En días pasados estuve platicando con una amiga y me hacía algunos comentarios respecto al valor de la apariencia física, un tema muy debatible, pues la mayoría de las personas contestará de forma determinante y “segura de sí”, que eso no es lo importante en el ser humano, que existen otras cualidades y valores que son a las que visten a las personas, pero en realidad, ¿ustedes creen que en este sistema de cosas en el que vivimos sea verdad?  Yo no y les daré mis argumentos a continuación:

He laborado 19 años a lo largo de mi vida, empecé desde que era estudiante y he convivido con personas de distinto: lugar de nacimiento, edades, religión, nivel social, profesiones, etc., y todos de alguna u otra forma se dejan llevar por el exterior de una persona. He de confesar, que quizá antes no me daba cuenta de esta situación o no me parecía importante, pero en Puebla es más notoria esa discriminación.

Reconozco que a todos nos gusta lo que brilla, lo que llama la atención, lo agradable a la vista, ¿pero a que costo? ¿Te gustaría tener un padre así? o mejor aún ¿Tener un esposo, hermano o amigos así?, si eres bello, entiéndase que esto es algo muy subjetivo, pero en general, sería ser alto, delgado, de tez blanca, rasgos finos, ojos claros o mínimo café claro y joven, te auguro un camino relativamente sencillo, si no encuadras en esta descripción, realmente lo lamento, porque entonces tener éxito te costará el doble, ahora, si a eso le sumas que eres medio barbero, medio hipócrita, medio mentiroso, dale gracias a Dios mientras dure, porque la juventud no es eterna y nadie estamos exentos a enfermedades o accidentes.

Quizá quien lea este artículo piense que no soy una mujer muy agraciada y tiene razón, pero mis palabras no son dichas al calor del coraje o por rencor, lo digo, porque es una cuestión de justicia, sólo por eso, la lealtad se retribuye con lealtad, el esfuerzo y el trabajo deben de tener una recompensa, y no me parece justo que un rostro “bonito o figura esbelta”, supla la verdadera esencia de la persona. Pues la lealtad es un valor muy difícil de encontrar hoy en día y me parece una falta total de razón depositar cierta confianza en alguien que no es confiable, solo porque “me gusta”, esos errores se pagan caro, pues se tiene de dos, 1) hacer como que no pasa nada y eres las reina o el rey de la comarca, popular, exitoso, todas y todos quieren conmigo. (aja) ó 2) darte cuenta que realmente es un juego que tu iniciaste, que a tus espaldas se burlan y te critican, pues los jóvenes son crueles, sus burlas duras. Definitivamente prefiero rodearme de gente aparentemente menos atractiva o popular a estar con gente falsa y que por interés tenga que fingir un aprecio.

Espero que aunque pasen los años, mi pensamiento y sentir no se modifiquen, porque sería muy triste tener que pasar por esas vicisitudes, y que por mi nivel jerárquico, posición social u económica, obligue a jóvenes a estar conmigo (únicamente su compañía) para aparentar ante los demás cierta imagen. No, eso no sucederá porque trataré de rodearme de mis verdaderos y leales amigos, compañeros o empleados, que me han demostrado eso a lo largo de los años, aunque ya no sean jóvenes, o tal vez otros sí, pero que lo he comprobado con sus hechos y no con sus dichos.

Pero en fin, la última palabra la tiene cada uno de ustedes, siempre he sido orgullosa y ensalzo la dignidad, y aunque no se sea hermoso físicamente o aunque se pierda la juventud, la esencia perdurará y las personas que realmente lo aprecian, así te querrán y aceptarán, porque eso es lo que nos distingue de los demás; tú mismo sabes cuál es tu valor, ¿cuánto vales? Espero sus comentarios a mi correo electrónico [email protected]


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