“Soy uno con la vida y con la muerte.
Develé el misterio”.
Abel Pérez Rojas.

Sólo es posible la realización de algunos logros que a primera vista parecen inalcanzables cuando se comprende la naturaleza del cuerpo y de la mente. Una vez que se entienden las trampas que nos juegan uno y otra, entonces se está preparado para andar por los frecuentemente virginales parajes de la consciencia.

He ahí el escenario vedado para muchos. Pero senda andada una y otra vez por quienes se atreven.

Los ultramaratones –carreras a pie superiores a la longitud de un maratón tradicional: más de 42,195 metros- son la ocasión para que quienes se atrevan a recorrerlos,  salgan  de la comodidad en la que todos buscamos colocarnos, y situarnos en tal vulnerabilidad que no nos quede de otra más que derribar todo aquello que nos estorba y nos impide encarar la duda filosófica sintetizada en tres grandes preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Qué estoy haciendo aquí? y ¿Hacia dónde voy?

Gracias a la intermediación del doctor Salvador Calva Morales, hace poco conocí a Alejandro Mora Rodríguez o Alex, como le llaman sus amigos, quien es uno de esos seres que valientemente ha decidido encarar múltiples ultramaratones, y no sólo ha salido ileso, sino que ha salido transformado.

Recientemente Alex Mora se convirtió en el primer mexicano en correr íntegramente los 90 kilómetros del Marcahuasi Ultra Trail (MUT), considerada como la prueba de su especialidad más difícil de Perú, y con ello calificar al  ultramaratón Ultra Trail du Mont-Blanc, considerado como la mayor prueba élite del mundo y que atraviesa: Francia, Italia y Suiza.

Aunado a la extensión, el MUT inició en Callahuanca a 2600 metros sobre el nivel del mar y acumula un desnivel positivo de 5600 metros snm.


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La prueba está llena de acantilados, pequeñas veredas y grandes extensiones despobladas que hacen más difícil prestar ayuda a quien la requiera.

Aún sin tener experiencia como corredor, la descripción de la travesía genera respeto, admiración y una pregunta recurrente: ¿Cuál es el secreto de estos atletas de altísimo desempeño?

Las respuestas son múltiples, tanto como los ángulos desde los cuales se quiera ver, pero después de concluir el MUT Alex Mora nos compartió el suyo:

El ultramaratón es para mí un recorrido de amar y ser amado e ir abasteciendo(me) de cariño punto a punto, abrazado por la naturaleza…”

Dice Alex que cuando se interna en las entrañas de la naturaleza, se entrega como un acto de amor, como una comunión de volver a fundirse con aquel gran ser que es la naturaleza, y que alguna vez le parió, pero nunca le ha dejado solo.

Escucho y leo a Alex, y confirmo que es el contenido develado por Edipo, quien da respuesta para sus adentros a las grandes incógnitas que alguna vez, en forma de enigma, fueron la causa para que la Gran Esfinge devorara a los incautos que intentaban profanar su sacro misterio.

La carga transformadora de tocar a las puertas de los misterios de la vida no deja igual a ningún ser que osa ello, por eso Alex se vacía y vuelve a cargar hermanándose con los animales, en especial con los caballos, porque además es jinete profesional; también lo hace en sus sesiones de equinoterapia a niños con discapacidad.

Alex es el jinete, el terapeuta, el universitario, el ultramaratonista, pero sobre todo es un hombre que a través del amor develó el secreto. ¿O no?

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.

 

POB/BDH