El 3 de febrero de 1939, el Congreso de la Unión aprobó por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuya misión es investigar, conservar y difundir el patrimonio cultural de México.

También se creó con la vocación de propiciar el estudio científico de los grupos indígenas, para que sirviera como base de inspiración para acciones del Gobierno Federal encaminadas al mejoramiento económico y cultural de estos pueblos.

Hasta 1938, la instancia que cumplía con las funciones en materia de Arqueología e Historia era el Departamento de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos, dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

A finales de la década de los treinta, la extensión resultaba insuficiente, ya que las funciones que debía cumplir eran muy amplias y extensas. Además, la enorme riqueza en monumentos del país, así como su estado de ruina y dispersión, requerían de constante vigilancia.

Los trabajos de conservación necesitaban que el personal tuviera conocimientos científicos y artísticos y en ese entonces la plantilla era escasa.

La falta de recursos para lograr todo lo anterior también derivó en la creación del INAH.


publicidad puebla
 

Actualmente, el Instituto tiene abiertos al público 114 museos en 31 estados del país y 179 zonas arqueológicas.

Tiene dos escuelas nacionales, una dedicada a la formación de especialistas en disciplinas arqueológicas, antropológicas e históricas y una más para la restauración y conservación del patrimonio cultural.

La labor del INAH ha permitido colocar a México en el primer lugar de América Latina y el quinto en el mundo con mayor número de sitios inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), solo detrás de Francia, Alemania, China, España e Italia.

Entre las filas del INAH, destaca el trabajo de Alfonso Caso, José Luis Lorenzo, Víctor Segovia, José Huchin, entre otros, que entre sus descubrimientos se cuentan la Tumba 7 de Monte Albán o los fenómenos de luz y sombra en los equinoccios de Dzibilchaltún, Yucatán.