La disputa por la mini gubernatura en este 2016 muestra los diferentes estilos, estrategias y métodos escogidos por candidatos y equipos para arribar al poder en Puebla.

Escándalos mediáticos, filtraciones, chismes, mentiras, de los reales y verdaderos personajes que mueven el pandero, rebasan las propuestas personales de quienes son sus representantes en la disputa.

Antonio Gali Fayad, Blanca Alcalá Ruiz, Abraham Quiroz y Roxana Luna hacen esfuerzos por mantener su propuesta personal y sus equipos, asesores, promotores, estructuras, invaden y rebasan; distorsionan y ensucian; promueven el escándalo y ocultan la propuesta. Llega al gran público, a la sociedad, al votante, al ciudadano, el pleito y el agravio; la suciedad.

La mierda pues.

La propuesta queda en la oscuridad y oculta.

Y señalan y afirman, las bacinicas, que la mierda aumentará. Que apenas es el inicio y el calentamiento; las primeras flatulencias. Que las seis semanas que faltan serán peor y que los caños serán insuficientes para procesar y desahogar tanta suciedad.


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Por lo pronto y más allá de las encuestas, Antonio Gali ha manejado mejor su propuesta. Porque su imagen personal es buena y aceptada por la sociedad y, sobre todo, porque la estructura que lo apoya es disciplinada y obedece instrucciones. No hay desacato. El plan ha sido elaborado desde meses antes y puesto en marcha a plenitud, con puntos y comas. Ha funcionado.

Blanca Alcalá ha sido víctima de su propio equipo y estructura. Siendo una buena imagen, esta se ha disminuido, sí por los mandobles de la tienda de enfrente, pero más por la indisciplina, los recurrentes cambios de estrategias sobre la marcha y las rodillas y los intereses particulares de compañeros de sector y de partido que se colocan como protagonistas y con mayor peso que la candidata. No hay un proyecto previamente concebido y trabajado. Pareciera ser que la enviaron a perder.

Abraham Quiroz ha sido una buena propuesta de Morena. Sin escándalos ni protagonismos, su estrategia a ras de suelo, personalizada, refieren sencillez y convicción. No está en el escándalo y no es poco decir en las condiciones del proceso. Logrará su objetivo: rescatar el voto de la izquierda y llegar al 10 por ciento anhelado.

Roxana Luna tiene más interés en recomponer a un PRD desbaratado, y desvalido; suficiente será que logre devolver la confianza en el ciudadano que se desencantó con un partido prostituido y cuyos principios se fueron al cesto de la basura. En serio, escobas, sartenes y cacerolas, o escándalos mediáticos, no han logrado, todavía, convencer al votante. Un gran logro será devolver la identidad perdida a su partido.

Falta mucho por suceder, la moneda está en el aire y seis semanas será el reto para que Tony Gali mantenga su ventaja.

Pero la mierda, si, no hay duda, seguirá siendo el vehículo y tenor del proceso.

Pero así es la política.

Así son las reglas.

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