Monsanto se encuentra trabajando en una tecnología genética para evitar que las rosas cortadas se marchiten rápidamente y se mantengan durante más tiempo en un jarrón.

Este nuevo experimento de la compañía reconocida por sus productos transgénicos se dio a conocer a través del registro de una patente en la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos, en donde se explica la forma en que funcionará la rosa que no se marchita.

Señalan que a diferencia del maíz donde modifica un genoma de manera permanente, para las plantas se utiliza un sistema donde se alimentan a través de sus raíces con unas moléculas de ARN que modifican los genes vinculados al envejecimiento de manera temporal.

Las moléculas se encargan de bloquear la capacidad de las flores de producir gas etileno, la hormona responsable del crecimiento natural que hace que los pétalos de las rosas se caigan y que es comercializado para apresurar la maduración de las frutas.

Una vez que una planta es cortada o dañada, producen gas etileno, es por ello que las flores cortadas se comienzan una marchitadas, al ya estar dañadas. La empresa busca intervenir en este proceso, por lo que comenzaron con las pruebas en rosa.

Jill Deikman y Nicolas Wagner científicos parte del proyecto el cual lleva dos años de trabajo, pusieron unas rosas es un jarrón y mezclaron en el agua las moléculas de ARN, encargadas de bloquear la producción del gas etileno, de esta forma a las dos semanas encontraron que las flores no tenían algún defecto físico y que otras se encontraban completamente desecada.


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Hillary Rogers, científica de la Universidad de Cardiff en el Reino Unido comentó que si la tecnología desarrollada por Monsanto logra a funcionar, se convertiría en un cambio radical en la industria de la floricultura, donde el transporte de flores recién cortadas depende de aviones y el uso de químicos tóxicos para evitar que se marchiten.

POB/JS