Presa de su ambición, de la estrategia permanente para utilizar como escalón las cabezas de sus apoyadores, el agua le llegó al cuello y no le quedó más remedio que atragantarse con ella. Después de que varias personalidades fueron quemadas, después de usarlas, el Cerillo se quemó.

El infierno se le vino encima; y se tatemó.

Francisco Garrido Patrón, Manuel González Valle, Gustavo Madero y Rafael Moreno Valle, entre otros, se encuentran entre sus escalones. Y ahora la basura se le ha revertido, el ventilador lo ha bañado del estiércol que procuraba barrer un paso adelante de él.

Es ya un escándalo mediático nacional.

Y todo por querer utilizar no a un escalón o una escalera. Todas: el PAN, el Congreso, las instituciones electorales; todas las escaleras se le hacían poco para llegar hasta la cima: la Presidencia de la República.

Presume que su preocupación principal es mantener a un PAN unido rumbo al 2018; lo dividió. Pero logró algo mejor; o peor para él: logró la unidad en su contra.


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Víctima de sus excesos, el Universal, con investigación periodística lo exhibió.

Ricardo Alemán no ha cesado de mostrar pruebas contundentes de su deshonestidad política.

Le quiso hacer hijos al chile: no pudo.

Se le hacía pequeño el mar para hacer un buche de agua.

Insaciable, sin respetar las reglas del juego de la maltrecha política mexicana, creyó que podía apagar el infierno a pedos.

Y sí, el infierno lo quemó.

Ni para dónde hacerse, ni pensarlo: nunca un Cerillo podrá contra el infierno.

Hay de fuegos a fuegos.

Y unos queman más que otros.

@luisenriquesf

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