Es una tarde lluviosa, como muchas otras en junio, las calles del Centro Histórico de Puebla son recorridas por la lluvia y la modernidad. Caminando entre edificios coloniales, cuyo tono ha cambiado por la luz de las nubes, y la pintura ha sido manchada por el hollín de los escapes de motores, entre lo añejo, la melancolía y la tecnología se encuentra Don Froylán Basaura Flores.

Tiene 90 años y es propietario de la Peletería Pegaso ubicada en la 2 oriente #420, a media calle del Parián. Antes estuvo en lo que actualmente es el Hotel de la Casona de la China Poblana, en 4 norte # 2; posteriormente en la 2 oriente #409, Casa de la Aduana Vieja.

El negocio fue iniciado en 1935 por su padre, quien al retirarse del Ejército se dedicaba a curtir pieles y prepararlas para los fabricantes artesanales de zapatos y talabarteros, negocio muy redituable durante la segunda guerra mundial. Sin embargo, con la industrialización de las zapaterías este tipo de negocios perdieron sus principales clientes.

IMG 8208Durante muchos años, las renovadoras de calzado fueron sus principales clientes y en la actualidad algunos fabricantes artesanales aún compran sus productos. Hasta la fecha, el negocio es dirigido por Don Froylán y es apoyado por sus hijos quienes, ya como tercera generación, mantienen el negocio orgullosos de su padre y de poder mantener viva esta parte de la historia en el Centro Histórico de la ciudad.

Para que su comercio logrará sobrevivir fue necesario que implementara la venta de más productos ya listos para uso, eso sí, siempre de piel. Su negocio también vende mochilas, cinturones, bolsas de mano, carteras, monederos, y otros productos fabricados con piel.

La peletería es un negocio dedicado originalmente a la venta y fabricación de artículos de piel. Probablemente es uno de los oficios más antiguos de la humanidad, pues, si se recuerda, desde la prehistoria ya se usaban prendas elaboradas con pieles de animales para resguardarse del frío.


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Con el paso del tiempo, las técnicas para curtir y preservar los diferentes tipos de pieles y cueros han evolucionado. El curtido de la piel consiste en convertir las pieles animales en cuero imputrescible, es decir, que no se pudra con el uso y los cambios climáticos; para ello, se curan con sal, se lavan y dejan reposar en una solución de agua con cal, se sumergen en químicos como el tanino o el cromo, que le proporcionan resistencia y color. Posteriormente se les da un tratamiento dependiendo la finalidad que se le dará, ropa, calzado, bolsos, monederos, uso agrícola u ornamental.

A estos negocios se le sumó la venta de herrajes, piezas para la elaboración y reparación de calzado, siendo los principales proveedores de las renovadoras de calzado y talabarterías durante varias décadas.

La talabartería es el oficio con el que se fabrican objetos de piel y cuero. En su origen se hacían sillas de montar, las guarniciones de las espadas y aparejos para caballos y burros. Con el tiempo este arte fue ampliándose a bolsas, mochilas, cinturones, carteras y fundas, entre otros objetos más.

Con el abandono de las espadas y el caballo, el oficio se enfocó más en la fabricación de utensilios de usos cotidianos; mismos que han sido sustituidos por productos de vinil y otros materiales derivados del petróleo que han venido a desplazar el uso de la piel, reduciéndolo solamente a artesanías de bajo consumo.

IMG 8231En las peleterías es posible encontrar hebillas, broches, herrajes, (de metal o plástico) cintas, correas, plantillas para calzado, agujetas y un sinfín de artículos para la fabricación o reparación de calzado, chamarras, mochilas, casas de campaña o para usarse como adornos en diferentes prendas.

Con voz baja y a ritmo cansado, Don Froylán comenta nostálgicamente el cambio del centro histórico de la ciudad, ese centro repleto de vecindades que actualmente han sido deshabitadas y convertidas en negocios.

La gentrificación recorre las calles de la ciudad de Puebla, sus habitantes cambian de residencia hacía las orillas de la urbe, con ellos mudan también los comercios tradicionales, o bien, ante la falta de clientes cierran los negocios, mantener un local es muy costoso, no solo por el precio de las rentas, también por el mantenimiento especializado que los edificios deben recibir por estar en el padrón de monumentos históricos en la declaración de Puebla como Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad y los requisitos solicitados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Los instrumentos o productos se han quedado en el recuerdo de las personas mayores, algunos se usaban en las tareas rurales que ahora son prácticamente desconocidos en la ciudad.

El desuso de productos artesanales y el abandono de la reparación de diferentes objetos como ropa, calzado, relojes y otros artículos ha afectado notablemente a los comercios del Centro Histórico, sus locales son sustituidos por restaurantes o tiendas de artículos y curiosidades para turistas.

POB/LFJ