La danza de los voladores es un ritual que cuenta con la denominación de Patrimonio Cultural Inmaterial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se realiza desde la época prehispánica hasta la actualidad conservando casi en su totalidad las formas en que se realizaba originalmente.

El ritual del corte del árbol es una ceremonia que inicia unos quince días antes, cuando los danzantes salen a recorrer los montes buscando el pino más alto, recto y fornido.

Dicha actividad tiene como significado pedir perdón a la madre naturaleza por el daño que le causaran con la tala del árbol, participan las autoridades municipales, los tlatiachcas, que son las autoridades tradicionales, el párroco, los danzantes y algunos habitantes de Cuetzalan y comunidades aledañas.

El tronco debe medir más de 33 metros de largo que es el alto que tendrá finalmente más la parte que va enterrada, dos metros más. Esta longitud tiene que ver con las 13 vueltas que darán los voladores que en total suman 52, las semanas del año totonaco. Tiene un peso de aproximadamente 15 toneladas.

La parada del tronco

Posteriormente, este árbol es desramado y trasladado al centro de la comunidad, donde frente a la parroquia, en la explanada principal, se realizará un nuevo ritual para levantarlo y prepararlo para la danza de los voladores.

La danza es originaria de Yohualichan (Casa de la Noche), zona arqueológica ubicada en el municipio de Cuetzalan del Progreso de donde fue llevada a Tajín en Veracruz, por lo que son conocidos como los voladores de Papantla. Esta tradición data del periodo posclásico en las regiones totonacas, posteriormente fue heredado a los aztecas y ellos lo llevaron a gran parte de Mesoamérica.


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Es un ritual prehispánico que se ha sincretizado con la religión católica. El corte del árbol es un ritual meramente tradicional indígena. Durante la parada del tronco se coloca una ofrenda compuesta por los ingredientes de un mole de guajolote, éste animal es colocado vivo y acompañado por una botella de aguardiente, al colocar el tronco el guajolote morirá y con ello se pide la protección de la vida de los voladores, es el sacrificio ofrecido a cambio.

Los rituales son dedicados a la fiesta del santo patrono de la comunidad, San Francisco de Asís y en la danza participan un caporal y cuatro voladores que, después de entonar música suben al palo, se colocan cada uno dirigidos hacía los cuatro puntos cardinales y el caporal al centro. Ofrecen un breve ritual en la parta alta se colocan de espaldas, abren los brazos y se lanzan dando trece vueltas hasta llegar al suelo.

 

POB/IIAL