Del caso han dado cuenta ya los especialistas en el tema como José Luis Durán King y Humberto Ríos Navarrete en sus columnas recientes de Milenio Diario. Yo me enteré en los medios electrónicos y los impresos La Razón y otros diarios que la policía había atrapado a un hombre, taxista de oficio que, de acuerdo al perfil psicológico que se le ha practicado tiene enormes delirios de grandeza.
De estos similares casos se han tendido noticia en el mundo.
Yo, que desde niño he estado familiarizado con la vida de los sociópatas, asesisnos y delincuentes, me quedé frío cual paisaje invernal, al leer lo que a continuación narro a los amigos lectores de Poblanerías que hoy (re)estrenan su portal.
Macabra historia para presentación renovada:
El hombre al que me refiero conoció a una mujer once años menor que él, separada ya de su primer matrimonio y con dos hijas adolescente y un hijo de sólo diez años.
Volviendo a su perfil: tiene la gran facilidad del convencimiento. Es un gran mentiroso, es un hábil simulador.
Le prometió a la dama que la sacaría de la pobreza y que, aún sacrificándose, le daría todo lo que falta le hiciera.
No tardó en sacar las uñas como tigre y enseñar su propia personalidad a las tres semanas de que ella –Clara Tapia Herrera- aceptó irse a vivir con él.
La golpeaba frecuentemente y maltrataba a sus hijos. No sólo eso: a las adolescentes las violó y con ellas procreó varios hijos. Al niño de diez años, lo mandaba a vender objetos a la calle y si no llegaba con la cuota de 80 pesos lo metía toda la noche a una pileta de agua helada.
Luego se le ocurrió encerrarlos, como el personaje de “El Castillo de la Pureza”, durante siete largos años: él mismo construyó la propia ratonera, sin luz, sin agua, ahí los alimentaba y ahí ellos convivían entre sus humanas y propias necesidades.
Y como cuando se le pasa la mano a alguien, un día mató a una de las hijastras y al hijo de ésta. Los envolvió cuando comenzaron a apestar y los tiró en la autopista México-Puebla envueltos en cinta canela.
Todo esto sucedió en Iztapalapa, el territorio del Vía Crusis más famoso de mundo.
El hombre se llama Jorge Antonio Iniestra Salas.
Tiene 32 años.
No actuó solo: su madre fue su cómplice, le ayudaba a ocultar a sus víctimas.
Un caso que ha estremecido al mundo, de por sí lleno de violencia cada día.
Quizá por eso mucha gente tomo el asunto como algo que se da y ya, dentro de la “normalidad”
Se le conoce ya a Jorge A. Iniestra, el Ogro de Iztapalapa.