Finalmente llegó el día… Van semanas de dimes y diretes, que si cambia, que si no cambia, que fulano está trabajando en ello, que no es cierto es zutano. La verdad, es que eran los dos y muchos más. Desde del viernes en la mañana, nos traían en ascuas… “reconstruyendo” decían… Afortunadamente, en eso apareció un nuevo personaje en el panorama poblanero. El tal “awebito” nos tuvo informados de los avances. Bueno, en realidad, nos decía que había avances, pero no cuales…
En mismo tiempo, celebro no haber estado en las instalaciones de Poblanerías en línea cuando sucedía todo lo que tenía que suceder. Hasta el humilde pueblo de Tepontla, llegaron ecos de los gritos, mentadas, estruendos de satisfacción y también de los suspiros de alivio cada vez que algún detallito aceptaba, por fin, entrar en razón. Claro que en mismo tiempo añoro no haber sido parte viva de la gestación y del parto del nuevo bebé.
No fui parte del equipo inicial de Poblanerías en línea. Ese fue privilegio de dos muy entrañables personas gracias a las cuales el proyecto sigue vivito y coleando. Me integré más tarde, pero de todas maneras, me siento parte integrante de esta aventura. Tras “Comunicación ambiental”, “Metropoli” y “Grillerías” surgió la idea de esta colaboración. Su título trata de describir lo difícil que es obtener de los servidores públicos el servicio que nos deben prestar. Por eso la utilización de un viejo dicho español que se refiere exactamente a la idea central de “Las Peras del Olmo”.
Ya perdí la cuenta del número de columnas publicadas y ni siquiera tengo referencia temporal del fenómeno. Lo único que sé es que, mientras Dios me preste vida y Luis Enrique espacio, seguiré dando lata tres veces por semana.
Pero regresemos a la idea principal. Este domingo, por fin, apareció el “nuevo” Poblanerías en línea. Nuevo en su diseño, su contenido, su forma pues, pero antiguo en cuanto a sus valores y sus principios.
Van ya muchos años que no abro un periódico tradicional (esas cosas de ´papel que venden en las esquinas), pero a diario repaso una decena de informativos (impresos o electrónicos) en red. Mi consumo de jabón para lavarme las manos ha descendido espectacularmente. Sin embargo, a partir de ahora, voy a tener que cambiar toda mi rutina: me conocía Poblanerías al derecho y al revés y sabía qué y donde buscar.
Llevo un buen rato revisando la nueva propuesta y ya se me cansó la mano de tanto mover el ratón para ir de una sección a otra. Es cosa de costumbre y de aprendizaje. De entrada, el portal tiene un montonal de cosas nuevas, de ofertas interesantes y de artículos llamativos. Ni modo, todo eso irá en detrimento de los demás portales informativos que deberán ponerse las pilas para tratar de llegar a este nivel.
Y ni hablar del contenido. Una serie de plumas de prestigio que nos ayudarán día a día, a entender y comprender el acontecer local, nacional e internacional.
No quiero olvidar a nadie, pero algunos de los poblaneros me son muy cercanos y quiero aplaudir el trabajo que han hecho, hicieron estos días y seguirán haciendo. Pienso en Soledad, y su lidia diaria por una redacción entendible y una ortografía más o menos correcta. En David, el “niño genio” que, con un movimiento de ratón puede cambiar al mundo. En Jhael y Zori que están siempre “aceitando la máquina”. El indispensable Alfaro sin el cual todo se caería.
Claro que en particular, mi cariño para los “tres Sánchez” que han entregado su vida a Poblanerías. Muy especialmente, el “Sánchez mayor”, parafraseando a don Melchor, a quien envío todo mi cariño, mi afecto, mi respeto y… todo lo demás.