Puebla, Puebla.- Es un frío jueves de julio poco antes de las 11 de la mañana, aunque el día, la hora y el lugar no importan mucho, podrían ser cualquier otro. Sobre uno de los carriles de la carretera a La Resurrección, en dirección oriente-poniente, hay dos camionetas de la Policía Estatal con las torretas prendidas y veintidós policías, dos de ellos portando armas largas, algunos con chalecos fluorescentes, casi todos con chalecos antibalas.

Un policía elige aleatoriamente a un autobús del transporte público y le hace señas para que se detenga. Por la puerta delantera sube un policía, “el líder”, atrás de él subirán una o dos mujeres policías seguidas de otro que se quedará ahí, al resguardo. Por la puerta trasera sube un policía más. El líder dice: “Buenos días, señores pasajeros, somos elementos de la Policía Estatal, estamos realizando el Operativo Pasajero Seguro, les pedimos por favor que los caballeros desciendan por la puerta trasera con sus pertenencias y las damas permanezcan en su lugar”. El líder va haciendo “un barrido”: se asegura que bajen todos.

Una vez abajo, los hombres son obligados a ponerse de frente al camión, recargar en él los brazos y separar las piernas. Los policías hacen una minuciosa revisión de cada persona. Si trae gorra, se la quitan; si trae una sudadera con capucha, revisan la capucha; si el pantalón está doblado de abajo, lo desdoblan para revisar; meten un dedo entre el talón y el calzado, registran las bolsas del pantalón, del saco o de la chamarra; registran bolsas de plástico y de tela, mochilas, maletas, carteras y portafolios. Si lo consideran necesario, incluso, piden que se identifique. Sólo cuando han registrado a todos les permiten abordar de nuevo.

Arriba del camión, mientras tanto, las policías piden a las mujeres que abran sus bolsas para revisarlas y van haciendo una inspección menos minuciosa y sobre todo ocular. Otro policía, el escribiente, toma nota del número de la unidad, nombre del chofer, el número de personas que registran abajo y de los detenidos.

Nadie se resiste. Nadie cuestiona. Son tantos policías que prácticamente hay uno registrando a cada pasajero. Sí hay molestia, aunque no todos la manifiestan. Un hombre le dice a otro: “Lo tratan a uno como delincuente”. Otro señor murmura: “y donde están los rateros, no hacen nada”. Algunos callan, pero endurecen el rostro, la mirada. Los policías son amables y cuidadosos. Hay prensa observando. También hay muchos que lo aplauden y a quienes no les importa la molestia.

En opinión de un chofer de la ruta Loma Bella “es inútil porque ya se la saben, (los ladrones) ven las patrullas y se bajan una o dos calles antes”.


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-Yo pago impuestos, por qué me tratan así, uno qué –se queja un hombre que se interrumpe cuando ve que están deteniendo a un joven. Llevaba un pequeño envoltorio de mariguana que tiró al piso del camión antes de bajar, pero la policía lo encontró. Para comprobar que era suya la yerba, el comandante Jorge Maza Pereda, Subsecretario de Planeación de la Policía Estatal Preventiva y encargado del operativo, olió sus dedos.

-Mucha gente reniega de estos operativos, que violamos sus derechos, pero más que nada es por la seguridad del pasajero –dice un policía que porta arma larga y que está parado junto al hombre que se quejaba. Antes de dejarlo subir al camión el comandante Maza le pregunta si todo está bien. El hombre dice que sí.

De acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos (CDH) del estado no hay ninguna queja contra este tipo de operativos y no viola los derechos humanos ni la dignidad de la persona siempre y cuando:

•    El servidor público se identifique y porte el gafete o placa correspondiente, al momento de abordar la unidad de transporte.
•    Le sea solicitada su colaboración de forma atenta y respetuosa.
•    Sea tratado con respeto y dignamente durante el operativo. La revisión se realice de hombres a hombres, y mujeres a mujeres, es decir de forma separada.
•    La revisión sea cuidadosa y lo más brevemente posible.
•    Respeten las pertenencias y bienes de los pasajeros.
•    No le obliguen a proporcionar datos personales en el operativo.
•    Le informen de las instancias y autoridades competentes a quienes acudir en caso de abuso de autoridad durante el operativo.

Natalia viajaba hace como 3 meses en la ruta 77-A un jueves, cerca de las 8 y media de la noche. Pararon el autobús, subieron los policías e informaron sobre el operativo. Bajaron a los hombres y las mujeres se quedaron a bordo.

-Una policía nos dijo que abriéramos la bolsa y pasó con una lamparita a revisar. La verdad te dan ganas de hacer o decir algo, pero no sabes ni qué. Lo único que se me ocurrió fue apuntar el número de la patrulla porque de los chavos que bajaron a unos les quitaban cosas que sacaban de sus mochilas, pero no sé qué y al final detuvieron a uno, ya no se subió al camión.

-¿Te parece que está mal el operativo?

-Creo que está mal que no te digan qué están buscando. No sé qué encuentran como delito, que traigan algo de droga o un pomo o qué. Porque resulta que todos somos sospechosos, no hay el beneficio de la duda. ¿Y si vas borracho, digamos sin hacer nada malo, quizás saliendo de una fiesta y hacia tu casa, qué, también te van a detener? Hay una sospecha general hacia quienes andamos en camión. Somos sospechosos nomás por no tener carro.

A Violeta le tocó el operativo en la ruta Galgos del Sur, a la altura de la 145 poniente.

-Lo que se me hizo más fuerte fue que pusieron a los hombres pegados al camión para revisarlos, como en el aeropuerto. Y lo peor es que vi a un chavillo de prepa que ya no se subió  a la unidad, iba uniformado, y tuve la duda de qué le pudieron haber cachado. Y entonces pensé qué traigo en la bolsa, aunque a mí no me registraron.

El Artículo 16 constitucional dice: “Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”; es decir que para el registro de las personas o sus pertenencias sería necesaria la orden de un juez.

-¿Ha habido quejas? –se le pregunta al comandante Maza.

-No. Hay gente que se incomoda al momento, a veces por la prisa, la mayoría de la gente lo acepta y entiende y como que ya se familiarizaron con el operativo, lo ven con ojos muy buenos.

-¿No cree que sería bueno decirle a la gente qué están buscando?

-La gente ya sabe. Ya se familiarizó. La verdad ellos mismos nos han pedido que no se quite. Tomamos mucho en cuenta lo que expresa el ciudadano y el operador del vehículo.

-¿Y si la persona se niega?

-Si es mujer la compañera le solicita que descienda del vehículo. Y… hasta el momento no se han negado, han participado.

-¿Qué buscan?

-Cúters, el estudiante es muy vulnerable, se enoja; aseguramos navajas y hasta picahielos.

-¿Qué es para ustedes un arma?

-Un cúter. De las navajas conocidas como 007, un cuchillo, picahielos, pinzas punzocortantes. Arma de fuego, como pistolas.

-¿Qué pasa si detienen a alguien con un arma?

-Se asegura el arma, se trae la persona a la dirección general (de la Policía), se le hace un certificado médico de que no viene lesionado, y se presenta a la autoridad correspondiente, el Ministerio Público, y se hace un parte informativo.

Del 27 de enero al 5 julio se han detenido a 211 personas: 183 han sido llevadas al juez calificador, 15 fueron al fuero federal y 13 al fuero común.

En el mismo periodo han asegurado cinco armas de fuego, 28 cartuchos útiles, 35 dosis de narcóticos, dos jeringas de heroína, mil 117 kilos de narcóticos, siete vehículos asegurados, seis piezas de papel moneda falso, ocho armas blancas, 13 mil 885 piezas de CD’s y DVD’s piratas y 800 kilos de carbón vegetal.

Lo que más detienen, dice el comandante Maza, es a jóvenes con mariguana.

-Si los vemos que son menores de edad y están en cuestión de las drogas, se habla con sus papás para concientizarlos, no los reprendemos. Sí se detienen y se pide que vengan los padres. El procedimiento se presenta en el juez conciliador y ha dado muy buenos resultados. Además se levanta un acta.

Desde el 2009, el Senado aprobó diversas modificaciones a la Ley General de Salud, al Código Penal Federal y al Código Federal de Procedimientos Penales, que permiten a una persona portar para su consumo –sin ser castigada- hasta 5 gramos de mariguana. Así, si una persona es detenida con dicha cantidad, o menos, será presentada al Ministerio Público, quien deberá emitir un reporte a un centro o institución de salud. Si la persona es farmacodependiente (adicta) será citada por la institución o centro de salud para orientarle y conminarle a participar en un programa contra la farmacodependencia. La participación del farmacodependiente o consumidor es voluntaria en los dos primeros reportes. Al tercer reporte, la asistencia al tratamiento contra la farmacodependencia es obligatoria para los farmacodependientes, no así para los consumidores. Para definir si la persona es consumidora o farmacodependiente ésta podría solicitar un examen pericial.