El principal problema de quienes padecen alcoholismo es no aceptarlo.

Mientras que en los adultos, la ansiedad, la angustia y las frustraciones son algunos de los factores que confluyen para el desarrollo de esta dependencia, en los adolescentes el abuso suele surgir como consecuencia del deseo de “encajar” en un grupo.


Profesionales del Centro para el Estudio del Alcoholismo y Otras Adicciones de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, publicaron el año pasado una investigación a través de la cual –luego de entrevistar a 293 mujeres y 115 varones asistentes a diversos centros educativos– hallaron que los adolescentes que poseen una historia familiar relacionada con la adicción a bebidas alcohólicas, y aquellos con padres bebedores, presentan mayores probabilidades de desarrollar esa misma dependencia en el futuro, que sus compañeros sin antecedentes.


Asimismo, un estudio del 2008 de la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research, señaló que los padres bebedores tienen problemas a la hora de establecer rutinas, pautas, horarios y reglas de convivencia para educar a los hijos. Estos son sólo dos ejemplos que sugieren que cuando se trata de conductas nocivas, la influencia de los padres sobre los hijos es determinante. Las adicciones, como el alcoholismo, no escapan a la regla.


“El alcoholismo es una enfermedad para toda la vida. Esto implica que cuando una persona desea abandonar la adicción, debe comprometerse diariamente, por siempre”, señala el Dr. Marcos Suffriti, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Austral.


Distingue entre tres conceptos o “etapas” relacionadas con el consumo de alcohol: “El primero es el uso, que implica un consumo moderado y esporádico; el segundo es el abuso, que sugiere un consumo excesivo; y el tercero es la dependencia, cuando el consumo se vuelve un hábito continuo y en cantidades crecientes, debido a la tolerancia y a la abstinencia del alcohol”.


El especialista enfatiza en la importancia de detectar precozmente estos comportamientos frente al alcohol (abuso y dependencia) para concientizar a la persona y a su familia, comenzar un tratamiento adecuado y evitar las consecuencias nocivas de la enfermedad.


Perfiles y causas


Las causas del alcoholismo son muchas y variadas. Muchos especialistas remarcan que el alcoholismo tiene una importante carga genética y que, más allá de los genes, tener padres alcohólicos en casa aumentan la predisposición de los hijos a padecer la misma enfermedad.


Por otra parte, a lo largo de la vida suceden hechos que pueden conducir a una persona a estados depresivos o de tristeza que favorecen la adhesión a conductas nocivas.


“En los adultos, el estrés, la ansiedad, la angustia, la incertidumbre y las frustraciones son algunos de los factores que confluyen para el desarrollo del alcoholismo; mientras que en los más jóvenes, suele estar más relacionado con la necesidad o el deseo de ser aceptado por sus pares”, admite el Dr. Suffriti.


“Entre otros factores de riesgo que pueden llevar a los adultos al alcoholismo, se incluyen: estar divorciado, enviudar, padecer una enfermedad física grave o terminal y estar desocupado. En los adolescentes, en general los factores de riesgo son la inseguridad personal, la baja autoestima y el deseo de aceptación por parte del grupo de amigos”, continúa el especialista.


Pedir ayuda a tiempo es clave y representa uno de los principales desafíos. “Es casi la regla que las personas que padecen esta enfermedad no piden ayuda a un especialista por iniciativa propia, sino recién cuando sus familiares lo exhortan a iniciar un tratamiento, debido a las consecuencias familiares, laborales y afectivas que trae aparejado el alcoholismo”, explica el Dr. Suffriti.


Resalta que es esencial tratar el problema, para prevenir las consecuencias psicológicas –trastornos de ansiedad, depresión, trastornos del sueño, problemas familiares y laborales– y físicas del alcohol en el organismo: trastornos gastrointestinales, neurológicos, hepáticos, hematológicos, cardiovasculares, problemas durante el embarazo, entre otros.


Para sospechar del problema


Ciertas pautas en un familiar pueden indicar la necesidad de hacer una consulta con un especialista: 


Beber para enfrentar los problemas
Beber a escondidas
Tendencia a buscar excusas para beber
Negación del consumo en exceso y enojo al ser cuestionado
Comportamiento y adaptación social no coherentes con niveles previos o esperados
Síntomas somáticos persistentes sin causa aparente
Inexplicable temblor en las manos.
Úlceras y gastritis que no responden al tratamiento
Deterioro cerebral orgánico precoz


Además, existen cuestionarios internacionales para detectar el alcoholismo.


Uno de ellos es el C.A.G.E, conformado de cuatro preguntas: 1) ¿Nunca ha pensado que podría reducir su ingesta de alcohol? 2) ¿Lo han irritado comentarios de la gente sobre su manera de beber? 3) ¿Se ha sentido alguna vez culpable por beber? 4) ¿Ha tomado alguna vez por la mañana para calmar su ansiedad?