Muy a menudo (léase varias veces al día), me lamento de la degradación que está sufriendo el idioma que tanto les costó a Quevedo, a Cervantes, a Fuentes, a García Márquez y a muchos otros, construir y desarrollar.

El deterioro de la lengua es sobre todo notorio en las redes sociales. No se limita al español. La ofensiva es en contra de todos: inglés, francés. Italiano, y los chavos son expertos en la operación. Con unas cuantas letras, simulan sonidos, resumen palabras y transmiten ideas que, para los legos son totalmente incomprensibles.

A la gente de mi generación (aunque suene a “viejito”), por más adentrada que esté en los avances, alcances y posibilidades de la cibernética, nos cuesta muchísimo trabajo no escribir las palabras tal y cómo las aprendimos en la primaria. En general, lo más lejos que podemos llegar, en esta mecánica, es teclear TQM al final de un mensaje para confirmar al destinatario nuestro afecto.

Afortunadamente, y eso me levanta el ánimo, muchos de mis corresponsales chavos redactan muy bien (algunos de ellos con un talento incomparable) y, aunque me manden mensajitos crípticos que trato de descifrar por el contexto, también me envían textos ejemplares por su ortografía y redacción.

Evidentemente, esto no se aplica a todo mundo. Todos los días, llegan a mi pantalla un sinfín de textos, bautizados como “comunicados” o “boletines” de prensa que me sumen en una profunda depresión. ¿Quién se atrevió a firmar los títulos profesionales de semejantes ignorantes? Evidentemente, sus “colegas” reporteros y redactores, copian con singular alegría y profundo esmero las mismas idioteces, firmándolas como suyas.

Uno de los ejemplos más claros y contundentes es el de la nota roja. Los publirrelacionistas de la “fuente” policiaca (PGR, PGJ, SSP y demás…) le tienen tanto miedo a los organismos de protección a los derechos humanos, que siempre “le dan vuelta” a los asuntos. Si la policía detiene a un tipo robándose la calavera de un auto, van a publicar que “se aseguró a un presunto ladrón de autopartes”.

Primero, yo creía que la policía ofrecía “seguridad”, no “seguros”. Tal parece que fueran AXA o MAPFRE, para andar ofreciendo pólizas a sus detenidos. Con lo fácil que sería decir “detuvieron” a alguien, lo “arrestaron”, lo pusieron bajo “custodia”, etc…

Segundo, si lo detuvieron, agarraron, arrestaron u lo que sea, en flagrancia, cuando estaba robándose algo no puede ser, de ninguna manera “presunto”… Es “acusado”, aquí y en China. De aquí a que lo condene un juez, será  “presunto inocente”, eso sí. Aunque lo hayan cachado con las manos en la masa, ningún policía lo puede juzgar. Su chamba es mandarlo ante el Ministerio Público y ya.

Ayer o antier, oía por televisión un reportaje sensacional: decían que “fulano de tal fue puesto a disposición… ante el MP”. Ni siquiera saben qué significa “poner a disposición”… Para llorar.

Mismas idioteces, o similares (la palabra “idiota” está perfectamente definida en el diccionario y no debe considerarse ofensiva) se encuentran en muchos otros ámbitos. Un “boletín” explicaba que una dependencia iba a pedirle apoyo a otra en materia de “señalética”. ¿Qué es eso? ¿Cómo se come? ¿Qué significa?

Ya corroborado en el mamotreto de la Real Academia, entendí que el señor director de Comunicación Social se refería a “señales”, a anuncios, a avisos… ¿Podría sugerirle usar el término “señalización” que sí existe, aunque suene algo pendejo?

También, a menudo nos hablan de que van a cerrar, reparar, modificar, una “vialidad”, cuando esa palabra se refiere al conjunto de las vías de comunicación de algún sitio. Por ejemplo, “la vialidad de Puebla es un desastre”… ¿De acuerdo?