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La designación del próximo dirigente estatal del PRI es esperada con  mucha mayor preocupación en el PAN y dentro del morenovallismo, que dentro del priísmo de Puebla, ya que si Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray eligen a un personaje proclive a Rafael Moreno Valle, éste tendría bajo su control a todos los partidos, algo que ni siquiera Manuel Bartlett o Mario Marín pudieron lograr.

Sin embargo, si la cúpula del PRI nacional manda como dirigente estatal a una persona contraria o lejana a los afectos de Rafael Moreno Valle, comprobará que Peña Nieto y Luis Videgaray quieren un priísmo poblano lo más independiente posible del gobierno y, además, ratificarán en los hechos que están hartos del entreguismo mostrado por los actuales líderes, diputados federales, locales y demás fauna tricolor.

Fue en septiembre del 2003 cuando el entonces senador y precandidato del PRI al gobierno, Germán Sierra Sánchez, en plática con su presunto partidario y funcionario de confianza del entonces mandatario Melquiades Morales Flores, fue exhibido en el diario Intolerancia declarando que “esos putarracos piensan con las nalgas” refiriéndose de manera despectiva, supuestamente, al grupo Finanzas.

En aquélla época, Germán Sierra, Rafael Moreno Valle y Mario Marín se disputaban la candidatura del PRI al gobierno y el primero de ellos era el favorito,  porque Marín Torres era adversario político del gobernador Melquiades Morales y Moreno Valle se había distanciado del melquiadismo al pasarse al grupo de Elba Esther Gordillo.

Jiménez Merino y Jorge Juraidini, sin contrapeso real a RMVR

Luego de estas supuestas declaraciones de Sierra Sánchez, Marín Torres y Moreno Valle se aliaron, se hicieron gobernadores cada uno en su momento  y le cerraron el paso al ex senador mandándolo al ostracismo durante 9 años, con un breve período de retorno cuando el delfín marinista y fracasado candidato del PRI al gobierno, Javier López Zavala, lo hizo su representante en el órgano electoral interno priísta.

Este contexto explica por qué el actual gobernador  es el primer interesado en que Sierra Sánchez NO sea el dirigente del PRI en Puebla. Quien perdió la alcaldía de Puebla por el PRI en 1995 y luego fue derrotado en la interna priísta por Melquiades Morales Flores en 1998 podría ser un presidente priísta no solamente independiente del morenovallismo, sino contrario a él.

De carácter difícil, nada simpático ni accesible o populachero pero Sierra Sánchez es un político formado, sólido, que ya fue senador en varias ocasiones, líder del PRI en el estado, miembro de campaña de Luis Donaldo Colosio y, por lo tanto, si recibe instrucciones directas del CEN de que el partido sea un verdadero opositor al morenovallismo las cumplirá.

Además, Sierra Sánchez NO es morenovallista, marinista ni melquiadista y, su eventual llegada, sería un escollo más para varios precandidatos del PRI a la alcaldía, con quienes no tiene buena relación, como Enrique Doger o Enrique Agüera. Incluso, si llega a la dirigencia del partido y obtiene buenos resultados en los comicios locales del 2013 y federales del 2015, se convertirá de manera automática en precandidato al gobierno.

Los otros dos aspirantes a la dirigencia del PRI, Jorge Jiménez Merino y Jorge Juraidini Rumilla son buenos cuadros, poco conocidos en la sociedad, pero sin negativos. Ninguno de ellos es morenovallista, pero tampoco se han confrontado con el gobernador y ambos se beneficiaron del marinismo, lo que influye de manera negativa para ellos en la actual coyuntura.

Difícilmente Jorge Juraidini o Jorge Jiménez Merino se erigirían en contrapesos reales de Moreno Valle. Seguramente no formarían un PRI tan abyecto o servil  hacia el gobernador como el que representa Fernando Morales, pero tampoco se atreverían a integrar un verdadero partido opositor.

 

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