Podría resultar extraño para la sociedad de la actualidad que existan reglamentos que rijan a las prostitutas sobre todo en el marco de un gobierno panista que quiere abolir la reglamentación para “eliminar este cáncer social que solo extirpándolo tendrá remedio” (discurso utilizado por alcaldes panistas), y donde el reglamento actual de sanidad que se refiere a las prostitutas es completamente precario ya que solo contiene tres artículos en los que a grandes rasgos se habla de la existencia de una tarjeta de sanidad.
En la sociedad poblana de principios del s. XX las prostitutas eran invisibles socialmente, y sobre todo no debían mezclarse con la sociedad (revisar el artículo 14 del Reglamento de Sanidad de 1913), vivían en pésimas condiciones, estaban bajo el control de los policías y los agentes de sanidad y la Sífilis estaba a la orden del día. No hay que olvidar que en estos años la efervescencia revolucionaria coexistía con los intentos de un Gobierno que necesitaba conseguir recursos.
Una pregunta obligada seria ¿Por qué el Estado de principios de s. XX decidió reglamentar la prostitución si una tradición conservadora prefería inscribirlas al Padrón para después olvidarlas? Existe la creencia de que el Estado porfiriano lo hizo preocupado por la salud de las prostitutas, para contrarrestar abusos, malos tratos y para cerciorase si eran prostitutas por elección propia.
Sin embargo, existe “ingenuidad” en estos buenos motivos que obligaron al Estado a velar por esta empresa. La Dra. Gloria Tirado señala en su artículo, “De un barrio de naturales a una zona de tolerancia” publicado en el libro “Miradas en la noche” por la BUAP, que estas legislaciones se dieron en el terreno de los dobles discursos.
Uno de los motivos por los que el Estado decidió reglamentar a la prostitución es en primer lugar por los beneficios fiscales que la empresa proveía ya que iban desde licencias de funcionamiento, inspecciones sanitarias, impuestos a las matuteras, impuestos a las bebidas alcohólicas que se vendían, etc.
Pero también por una extraña moral en la que buscaba proteger a los clientes de los prostíbulos de enfermedades venéreas, en este momento estamos hablando de la Sífilis; en la Ciudad de Puebla existía una gran preocupación sobre este tema, gracias a un expediente del Archivo Municipal de Puebla (Expedientes, Libro: 615, #15, Foja: 338) se conoce un cuestionario sobre la situación de la prostitución en 1919 donde cinco de diecisiete preguntas están enfocadas hacia las enfermedades venéreas, pero lo preocupante era que no existía ninguna “estadística de estas enfermedades, ni hay conocimiento de los casos aun cuando los fallecimientos han sido producidos por alteraciones de orígenes específicos, en los certificados correspondientes no se manifiesta que haya sido por las enfermedades sifilíticas” (Archivo Municipal de Puebla, Expedientes, Libro: 615, #15, Foja: 338).
El Reglamento de Sanidad de la Ciudad de Puebla de 1913 limitaba completamente a las prostitutas en cuanto a derechos de ciudadanos que para apoyar los dobles discursos en vez de llamarse prohibiciones se llamaban “prevenciones”, algunas obviedades como pagar sus cuotas en tiempo y forma, pero otras incluso violentas:
E. portarse y vestirse con decencia, F. Abstenerse de hacer escándalos principalmente en la calle o en otros lugares públicos, G. al transitar por la calle no podrán ir reunidas mas de dos (…), H. Vivir a distancia por los menos de doscientos metros de los Establecimientos de Instrucción o Beneficencia y Templos de cualquier culto (…) J. No concurrir a diversiones, espectáculos públicos (…) solamente podrán asistir a los restaurants de diez de la noche en adelante, K. Se abstendrán de pasear por las calles céntricas durante el día y hasta las diez de la noche.
Después de conocer una breve parte este reglamento, se puede decir que si bien el Estado buscaba controlar a la prostitución, en realidad quería esconderla pero sobre todo aprovecharse de esta empresa que como ya dijimos dejaba buenos dividendos a la Tesorería Municipal.