Una crítica recurrente hacia las administraciones federales se centra en la falta de continuidad de los proyectos que marcan la ruta del desarrollo nacional. Se ha dicho en repetidas ocasiones que pareciera que existe un afán por recomenzar cada proyecto, en vez de dar continuidad a las políticas del presidente saliente, lo cual es medianamente entendible cuando se trata de proyectos de la misma ideología.

Ahora que el PRI ha desplazado al PAN de Los Pinos, es evidente que si bien el nuevo presidente no puede eludir la situación en la que ha recibido al país, tampoco está obligado a continuar con el rumbo trazado por la administración calderonista. Tampoco tendría sentido creer que la población espera una continuidad en la ideología del titular del Ejecutivo Federal, ya que de ser así, el PAN habría ligado su tercer sexenio consecutivo como ocupante de la silla presidencial.

Lo anterior se refleja en lo que será la operación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, ahora a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, designado por el presidente Enrique Peña Nieto para tal labor. El nuevo secretario deberá asumir la realidad del país en ambos sectores y, con esa realidad, llevarlos al destino que se ha planteado Peña.

La labor de Ruiz Esparza no será fácil. Por una parte, tendrá que garantizar el correcto funcionamiento de la infraestructura utilizada para el transporte comercial y de pasajeros por vía terrestre, marítima y ferroviaria. También tendrá que enfrentar al polarizado y litigioso mercado de las telecomunicaciones y la radiodifusión, con los pendientes que dejó la administración de Calderón, así como con los retos que abre la evolución tecnológica.

En el campo de las telecomunicaciones, el nuevo secretario reconoce como prioritarios dos temas: el acceso universal a Internet por medio de conexiones de banda ancha, que está ligado con la operación del sistema satelital iniciado por el gobierno pasado, y la licitación de dos nuevas cadenas de TV digital abierta, de acuerdo con lo que expresó durante su presentación ante los medios, este miércoles 05 de diciembre.

Con respecto a la banda ancha, es indudable su relevancia para el desarrollo no sólo de las telecomunicaciones, sino de sectores como la educación y la medicina, en los que existe un gran potencial si son asociados con las Tecnologías de la Información y la Comunicación. En este sentido, resulta imprescindible garantizar que el acceso que provea el Estado se dé en un contexto acorde a las mejores prácticas internacionales, garantizado la aplicación de principios como el de neutralidad de la red.


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Acerca de los nuevos canales de televisión abierta, surgen algunas interrogantes. Hay que recordar que el presidente Peña anunció durante su primer mensaje a la nación, que serían licitadas dos nuevas cadenas de televisión abierta, lo cual está reflejado en el Pacto por México.

En este sentido, llama la atención que la referencia sea a un par de cadenas, que es el mismo concepto que fue utilizado por la Comisión Federal de Competencia (COFECO) cuando estableció las obligaciones a las que debería sujetarse Televisa y Iusacell para que la empresa de Emilio Azcárraga adquiriera el 50% de las acciones de la telefónica de Ricardo Salinas, dueño también de TV Azteca.

Sobre todo, es relevante si recordamos que al interior de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (COFETEL) no ha existido aún un consenso que haya permitido decidir a los comisionados empaquetar las frecuencias disponibles para formar un par cadenas nacionales o para permitir la formación de varias cadenas regionales.

Otro aspecto importante es que los nombramientos de los comisionados integrantes de la COFETEL son transexenales, para asegurar que las decisiones tomadas en el Pleno de la Comisión sean eminentemente técnicas y no sujetas a lo que especifique el presidente en turno.

Nadie niega que el mercado de la televisión abierta necesita competencia. Lo que también llama la atención es que el presidente ya esté anunciando acciones derivadas de decisiones técnicas que la COFETEL aún no ha tomado.

Mención aparte merece el hecho de que los nuevos canales vayan a ser de Televisión Digital Terrestre (TDT) que también es abierta, pero necesita de nuevos televisores o de la instalación de antenas y decodificadores especiales, como sucederá en Tijuana, durante el primer piloto de este proceso de transición.

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