Uno de los graves problemas que arrastramos los mexicanos es de orden semántico. Algunas palabras tienen un significado específico y exclusivo para nosotros. No me refiero solamente a términos que pueden prestar a confusión y tienen símiles en otras regiones de habla hispana. Por ejemplo, “huevos” para referirnos a los testículos. En algunos países de Sudamérica, “papaya” es como se llama al órgano sexual femenino.

Si vamos a Costa Rica a dictar alguna conferencia y que vemos espacios vacíos en el auditorio, es peligroso afirmar “hay muchos huecos aquí adelante”, ya que “hueco” es la palabra que se usa comúnmente para hablar de los homosexuales.

Me llama la atención el mal uso, por ejemplo, de “demasiado” que confundimos con mucho, cuando, de hecho, la palabra significa “de sobra”. Así, es ridículo decirle a alguien “te amo demasiado”, ya que se supone que el amor no tiene límites y por lo tanto nunca se expresa “en demasía”.

Solemos confundir, y malinterpretar términos como “patria” (o “patriotismo”), “civismo” y “nacionalismo”, que reservamos al 15 de septiembre por la noche, al 20 de noviembre y algunas otras fechas especiales. Olvidamos por completo esos conceptos durante los más de tres cientos sesenta días restantes en el año.

Mientras nos desgañitamos gritando “Viva México” en las jornadas patrias, no nos importa en lo más mínimo estacionarnos en segunda fila o no ceder el paso a los peatones en la vida diaria. Un ejemplo claro de esto es, cuando estamos en nuestro vehículo y nuestro carril está bloqueado por algún accidente o trabajo de reparación. Pongamos o no nuestras luces direccionales, saquemos la mano por la ventanilla e incluso dediquemos una sonrisa encantadora a quien nos pretende rebasar (salvo las niñas guapas y bien dotadas, lo que no soy), el (o la) conductor(a) que viene atrás nos va a rebasar porque así lo marcan sus principios.

Permaneciendo en la experiencia automovilística, ¿quién no ha visto a algún energúmeno detenido en un semáforo en la fila de extrema derecha y que decide, porque sí, que mejor va a dar la vuelta a la izquierda en ese preciso lugar y momento? Él sabe a dónde va. No tiene la menor necesidad de avisar a los demás acerca de sus maniobras. ¿Dónde quedó el civismo?

Esto nos lleva directito al concepto de “macho” o de “machismo”, que no se debe confundir con valores humanos como la caballerosidad, la hombría y simplemente, la masculinidad. Error muy frecuente y hondamente arraigado en muchas mentalidades. “Los hombres no lloran” les dicen a los pequeños cuando sufren… Como si los pobres chamacos no tuvieran derecho a tener sentimientos.

Regresando a lo patriotero, creo que México es el único (o uno de los únicos) país del mundo que tiene una ley federal exclusiva para normar a la bandera y al himno nacional. Supongo que tampoco existen muchas naciones que tienen en su Congreso, una comisión exclusiva para investigar “actos anti mexicanos” (Sic).

Ahora que estamos avanzando en el camino hacia la democracia (el que tengamos elecciones libres no significa que vivamos en una democracia plena), sería bueno y provechoso empezar a acostumbrarnos a respetar a nuestros congéneres (sean mexicanos o no) y, por ende, respetarnos a nosotros mismos. Así, podremos revisar nuestro vocabulario diario y el festivo, para poder, sin problema, gritar “Viva México” aunque estemos a mediados de febrero.

Cuidando nuestra forma de expresión, cuidamos nuestra cultura y nuestra tradición. Tradición entendida como el conjunto de hábitos que nos hacen ser nosotros mismos, y no como el uso de lo que nos gusta o no nos gusta, dependiendo de las circunstancias y el humor del momento.