Con la certeza que le otorgó el cobijo del panismo de cepa, Eduardo Rivera Pérez, presidente municipal de Puebla, aprovechó su Segundo Informe de Labores para lanzar varios mensajes que retumbaron en Casa Puebla.
Como rara vez se ha visto en lo que va de las administraciones estatal y municipal, el panista mostró carácter e impidió que el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas le robara reflectores.
Alentado por las porras constantes, Rivera Pérez presumió sus modestos logros como la instalación de 318 cámaras de videovigilancia, la operación de desayunadores infantiles, la pavimentación con concreto hidráulico de las arterias viales de mayor importancia en la capital, los gimnasios al aire libre y la recuperación de espacios públicos.
Enfatizó su apuesta por lograr un gobierno cercano a la gente, transparente, con finanzas sanas y con respeto a la libertad de expresión, frases que ocasionaron reacciones entre los representantes de medios de comunicación por parecer alusiones a las carencias de la administración estatal.
Si algo provocó el alcalde Eduardo Rivera durante su Segundo Informe de Labores fue todo, menos “ternurita” como tuiteó Enrique Doger Guerrero, ex presidente municipal priísta, quien criticó severamente los resultados del panista, pero no perdió la oportunidad de placearse por el Centro Expositor.
Rivera engrosó la voz y le dio presencia a su corbata azul. Midió distancias con el priísmo cuando dijo que su relación con el gobierno federal se rige por un ánimo de institucionalidad y respeto. No habló de colaboración, tampoco de apoyo ni de entreguismos.
Asimismo evitó la adulación al gobierno morenovallista y enfatizó que las barreras, al fin o en apariencia, fueron superadas para trabajar en favor de la población, en obras conjuntas.
Por más de 60 minutos, Rivera se apoderó de su extraño podio iluminado en tonos violeta que, desde las pantallas instaladas en una pequeña sala de prensa, lucían como escenografía de filme de bajo presupuesto.
Repitió en tres ocasiones que los gobiernos no deben limitarse a ejecutar grandes obras “de cemento” sino que deben procurar un acercamiento sincero con la sociedad.
Arropa el Yunque a Eduardo Rivera
En el salón Guadalupe del Centro Expositor, las sectas panistas se hicieron presentes, por un lado aparecieron Juan Manuel Oliva, identificado como líder nacional del yunque, la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota y la señora Ana Tere Aranda, quien presumió que Rivera habla como un verdadero panista.
Vázquez Mota evitó cuestionamientos incómodos y dibujó su obligada sonrisa para repetir halagos a favor de Rivera, al que exageradamente catalogó como el ejemplo de gobernante en todo el país.
Pocos críticos
La mayoría de asistentes, desde rectores, líderes eclesiásticos y políticos avalaron la gestión de Rivera, a excepción de algunos regidores priístas como Sandra Montalvo quien no olvidó el mayor pendiente de la administración: la inseguridad.
También Enrique Doger que mediante el microbloggin Twitter, enlistó algunos aspectos negativos como los bajos salarios a sindicalizados, malos tratos a empleados del ayuntamiento y el incremento de la inseguridad.
RMV y el trabajo en equipo
En su intervención de 13 minutos, Rafael Moreno Valle Rosas, gobernador del Estado, habló de algunos de sus logros conjuntos y reconoció que los niveles de gobierno consiguen más beneficios cuando están integrados y coordinados.
Sin embargo, al final de la participación del edil evitó los abrazos cálidos, únicamente le otorgó a Rivera un saludo frío y diplomático, sin si quiera una sonrisa.