Al filo del mediodía de este miércoles, hora de México, los cardenales rompieron el cónclave y eligieron a quien será el sucesor de Benedicto XVI, como líder de la iglesia Católica en todo el mundo.

Fue hasta la quinta votación y segundo día de encierro, que Jorge Mario Bergoglio finalmente logró el piso de 77 votos, requisito demandado por la Constitución Apostólica para obtener el puesto de papa.

Un cónclave histórico

La renovación del papado fue histórica en múltiples aspectos. Inicialmente, fue producto de la renuncia del alemán Joseph Ratzinger y no de su muerte.

Esto no sucedía, al menos, hace 600 años e incluso, las leyes de la jerarquía católica requirieron reformas de último momento; porque simple y sencillamente, no lo contemplaban.

En segundo lugar, se creó la figura del “papa emérito” y el anillo papal no fue destruido sino “cancelado”.

Como tercera novedad, el renunciante tuvo la oportunidad de seguir la elección y conocer a su sucesor; lo que derivó en dudas –finalmente despejadas por Benedicto XVI– respecto al mando de la congregación.

En cuarto lugar, las leyes vaticanas usaron y enfrentaron los adelantos tecnológicos.

Mientras el suceso pudo seguirse en tiempo real a través de los medios de información, de las redes sociales y de aplicaciones especialmente creadas para la oportunidad, los clérigos exigieron que cualquier dispositivo electrónico quedara fuera del proceso.

Ha trascendido que las señales de celular e internet fueron bloqueadas en la Plaza de San Pedro, además que los teléfonos de los cardenales fueron incautados, para evitar que se filtrara información a través de Facebook y Twitter.

La estrategia funcionó. La expectativa aumentó e incluso, los seguidores de algunos “papables” en redes sociales, aumentaron exponencialmente durante los días previos a la elección.

En quinto lugar, el electo no era de Europa. Se trataba del cardenal argentino, de corriente jesuita, Jorge Mario Bergoglio, que –además– eligió llamarse “Francisco”, nombre que jamás se había utilizado.

Su presentación ante el mundo

Así, con visitantes de todo el mundo y pantallas gigantes instaladas en el atrio de San Pedro, se escuchó el “¡Extra Omnes!”, que marcó el arranque del cónclave, en la capilla sixtina, que recibió ajustes de privacidad en los días previos.

No hubo declaraciones de los cardenales durante los días 11 y 12 de marzo.

Fue alrededor de las siete de la noche, hora de Italia, que las transmisiones mundiales se interrumpieron. Humo blanco, provocado por la quema de las papeletas con un químico especial, salía de la chimenea.

Sólo restaba esperar el anuncio formal al mundo. La Iglesia Católica tendría nuevo guía, el 266º de la historia.

Que Dios bendiga a Benedicto XVI

La aparición formal de Francisco, sucedió una hora y 25 minutos después.

Antes que nada, quisiera que hagamos una oración por Benedicto XVI, para que Dios lo bendiga”, fueron sus primeras palabras.

Su mensaje fue reconciliador. Llamó a que los creyentes emprendiera un “camino de hermandad y confianza” entre ellos, y realzó su origen al decir: “fueron por mí hasta el fin del mundo”.

También, el hombre de 76 años tuvo un rasgo peculiar al pedir:

“Antes que el obispo bendiga al pueblo, quiero que pidan a Dios que él me bendiga a mí. En silencio, hagan esta oración sobre mí”.

La plaza de San Pedro enmudeció. Las imágenes televisivas mostraban a gente que entrelazaba sus manos en señal de plegaria.

Un aplauso rompió el momento. Francisco I recibía el manto color grana, que sólo porta el papa al dar su bendición.

Una vez investido, Jorge Mario Bergoglio dio su bendición “urbi et orbi” y agradeció el recibimiento de la gente.

El papa exacto

Monseñor Eugenio Lira Rugarcía, vocero de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), reconoció que la iglesia esperaba un cónclave mucho más largo.

Durante una entrevista con Milenio TV, dijo que el origen del nuevo Sumo Pontífice era irrelevante y subrayó que deberá continuar con el trabajo iniciado en por Benedicto XVI.

El prelado de origen poblano agregó que el nuevo papa deberá ser un hombre de gobierno, que también mantenga comunicación con otros credos; pero confió en que el Espíritu Santo haya electo a la persona correcta.

Confiamos en que Dios nos haya enviado al papa exacto, en el tiempo exacto”, dijo poco antes de conocer de quién se trataba.