Una vez más, la Suprema Corte genera enorme polémica entre los mexicanos, mientras cierto “político” (que no puede ser reconvenido por expresar sus “ideas”) sigue lanzando sandeces por doquier. La Corte pretendió darnos armas para luchar contra la homofobia, mientras el senador Lozano le pidió al presidente de su partido incongruencia y falta de ética.
Es triste ver cómo nos “vamos con la finta”, al saber de algunas resoluciones de la Corte. Como muestra, basta el botón del caso Cassez. La mayoría entendió que la señora fue liberada por ser extranjera, aunque fuera secuestradora.
En realidad, el mensaje era totalmente diverso. Florence Cassez fue liberada (que no exonerada) por fallas, errores, graves en el procedimiento legal que la llevó a la cárcel. Esperemos que la “nueva” PGR tome nota y no repita las tonterías de quienes le precedieron.
En el caso más reciente, es un error garrafal considerar que están prohibidos en el habla cotidiana términos como “maricón” o “puñal” (para quien lo desee, tengo a mano una enorme cantidad de sinónimos tanto o más insultantes). El mensaje de la Corte, al contrario, me parece muy claro, y se refiere a cómo expresarnos de los demás.
De no ser así, los señores Ministros hubiesen dado un golpe mortal al deporte nacional que, más, mucho más que el futbol, es el albur.
En la acera de enfrente (bueno, a algunas cuadras, ahí en Paseo de la Reforma), el senador Javier Lozano Alarcón habla del presidente de su partido (actualmente el PAN) recriminándole algunas expresiones de “halago” o de “solidaridad” para con el Presidente Peña Nieto.
El tarado de Lozano acusa a Gustavo Madero de “autocrítico”, considerando que su líder debe, única y exclusivamente dedicarse a “defender al partido” y no alabar los actos del gobierno en turno. Abunda destacando la actuación de Vicente Fox a raíz del “Pemexgate”, como un logro “más” de los gobiernos panistas.
Dios (y mis lectores) es testigo de mis acerbas críticas a los gobiernos federal y estatal anteriores y actuales. Eso no demerita que, cuando se ve algo rescatable se pueda rescatar, generalmente con la acotación “honor a quien honor merece”.
Desgraciadamente, los temas que trato en esta ocasión nos dan una muy triste y decepcionante imagen de cómo somos los mexicanos y cómo se refleja a menudo en lo que hacemos, decimos y pensamos cada día. Si le íbamos a López Obrador (lo fui, a mucha honra) no podemos aceptar que Peña Nieto tenga aciertos…
Ahí no se acaba todo: si las cosas no encajan con nuestro punto de vista, están, por definición, mal hechas. De Cassez afirmamos que fue liberada por ser francesa. De la lucha contra la homofobia, nos quedamos con la percepción que está prohibido decir “maricón” o “puñal” (Por eso, a Lozano solo lo tildé de “tarado”).
De la misma manera, no tenemos la menor vergüenza cuando de darle mordida a un trancho se trata. Tampoco nos molesta estacionarnos en doble fila o frente a una cochera, ni ocupar los espacios reservados a los minusválidos. Nos sentimos muy bien al no usar nuestras luces direccionales cuando vamos en coche, ni nos importa no ceder el paso a los peatones ni mentarles la madre a los ciclistas.
Lo rescatable de todo esto, para mi gusto, es que la Suprema Corte de Justicia busca caminos para hacer de nuestro país un mejor país para que vivan nuestros hijos. Por otra parte, ojalá y los “chapulines” como Lozano Alarcón sean, poco a poco, una especie en vías de extinción. Así, paulatinamente, lograremos tener democracia en México y vivir en una sociedad con elemental civismo.