Tarea fundamental del Estado Mexicano en cualquiera de sus ámbitos (Federal, Estatal y Municipal), es generar acciones que traigan consigo crecimiento económico y desarrollo, que mejore la calidad de vida de los ciudadanos. Parece difícil y hasta ¡obvio!, pero la realidad responde a otro tipo de circunstancias y contextos, que ponen a los conceptos en cuestión, como elementos inalcanzables en los discursos institucionales y políticos.
Coincido con el Premio Nobel en Economía (1998) Armatya Sen, cuando sugiere separar el concepto de desarrollo, del mero crecimiento económico; es decir, la mera acumulación de riqueza no garantiza en lo absoluto el desarrollo que necesita una entidad política –Estado, Municipio, Nación- para alcanzar los niveles necesarios de competitividad y cumplir con sus tareas fundamentales.
El concepto propuesto por Sen, sugiere un cambio institucional y cultural donde el Estado, a través de las instituciones formalmente establecidas, promueva la ampliación de “libertades” que posibiliten a los individuos, a partir, de sus “capacidades”, convertirse en “agentes” de su propio desarrollo.
Las libertades que pueden llegar a generar condiciones de desarrollo, son la “capacidad de participación”, la “capacidad de empleo” o incluso, la “capacidad para mejorar nuestra calidad de vida”, en función de nuestras aspiraciones e intereses.
El concepto de libertad propuesto, radica en que no somos “libres”, toda vez que no podemos alcanzar nuestras metas y objetivos académicos; no somos “libres” en la medida en que no tenemos oportunidades de un empleo digno que nos permita ser productivos y adquirir productos, bienes y/o servicios. En este sentido, que el Estado genere simplemente “riqueza”, NO es sinónimo de desarrollo o mejoramiento de la calidad de vida.
Sin embargo, el discurso formal e informal, centra su atención para la medición del desarrollo, a partir del gasto en obra pública –por ejemplo-, inversiones extranjeras, crecimiento del PIB y en el número de beneficiados de los programas “asistencialistas” o de desarrollo social, como si en automático, estas variables detonaran el Desarrollo. ¡Falso!
La realidad no miente, hoy 6 de cada 10 personas son pobres, 25 por ciento de los poblanos vive en Pobreza Extrema y más de 1.2 millones de personas son vulnerables respecto a sus condiciones sociales, al carecer de servicios de Salud y Seguridad Social (CONEVAL 2010).
Por otro lado, vemos acciones de tipo gubernamental que no atienden directamente dicho contexto; en otras palabras, no hay libertad y desarrollo si los individuos que conforman una sociedad no tienen asegurados por lo menos los servicios básicos, como salud, educación y seguridad. Basta revisar la pirámide de Maslow.
Entonces, habrá desarrollo en términos de libertad, hasta que los gobiernos se preocupen y ocupen más por aumentar las capacidades políticas, económicas y sociales de los individuos, para que sean ellos los agentes de “Desarrollo Real”, dejando a un lado la concepción del desarrollo en función de la riqueza y modernidad, olvidando las “dadivas” gubernamentales.
Mucha razón tiene el siguiente proverbio chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento por un día, enséñale a pescar y lo alimentaras para el resto de su vida”.@javiercaste84
Por eso, el tema del Desarrollo es ¿Discurso o Realidad?