Se avecina en la capital poblana, una elección histórica. Por primera vez, tendremos un presidente municipal que estará al frente de los asuntos públicos por casi 5 años; esto, con la finalidad de empatar los procesos electorales del estado de Puebla. La tarea no será fácil para los candidatos que pretenden encauzar a los poblanos hacia una mejor calidad de vida.
Temas como la salud, el empleo, la transparencia y rendición de cuentas; la educación, seguridad y desarrollo social, serán protagonistas en las oferta ciudadana y las plataformas electorales. Sin embargo, existe un “tema” que puede marcar la diferencia entre los candidatos, si se asume como prioritario en las agendas de gobierno, me refiero a la participación ciudadana.
En México y sus estados, se vive una “democracia” incipiente, en “transición” o –como mencionan algunos expertos– en proceso de “consolidación”, donde la participación electoral ha ganado un “vedetismo exponencial”, dejando el tema en cuestión (participación ciudadana) como “pseudosinónimo” del primero.
La gravedad del asunto, no es la errónea conceptualización frente a las cuestiones meramente electorales, sino que de manera sistémica, los gobiernos contemporáneos han dejado a un lado la creación de mecanismos que posibiliten a los individuos en su carácter de “ciudadanos”, tomar las riendas en el ámbito local, de los asuntos que, prioritariamente a ellos, les afecta.
La participación ciudadana, es clave para transformar el espacio local en un espacio público y contribuir a crear condiciones que consoliden una gobernabilidad democrática.
Como explica Alicia Ziccardi, “se refiere específicamente a que los habitantes de las ciudades intervengan en las actividades públicas, representando intereses particulares (no individuales), ejerciéndose en primer término, en el ámbito de lo cotidiano y en el espacio local, que es donde se da mayor proximidad entre autoridades y ciudadanos”.
Se trata de que la participación ciudadana sea el medio idóneo para expresar los intereses de los ciudadanos frente a la autoridad, quien debe tener la capacidad para canalizar y atender adecuadamente las demandas ciudadanas, ya que su sustento de gobierno estriba en la democracia como poder del pueblo y para el pueblo.
La participación ciudadana trae consigo, la conformación de nuevas formas de relacionarse, vincularse, entenderse y llegar a acuerdos entre el ciudadano individual o colectivo con el gobierno, con el Estado y sus instituciones.
Para ello, la “voluntad política” por parte de quien detentará el poder durante los próximos años, será el pilar para configurar una nueva forma de hacer política y de gobernar. Así mismo, el deber ciudadano deberá permear la conciencia de todos los que habitamos ésta gran metrópoli, reconociendo que es nuestro derecho y obligación involucrarnos de manera más activa y permanente en la vida pública.
Olvidemos el esquema reduccionista de la participación ciudadana y adoptemos una cultura proactiva, que abone a nuestra democracia y que contribuya a la implementación de acciones exitosas entre el futuro gobierno y la ciudadanía, en aras del mejoramiento de nuestra calidad de vida.
Puebla necesita un proyecto incluyente, plural y respetuoso, que brinde los espacios necesarios para que sea la ciudadanía, quien marque el rumbo de su propio destino.
Poner en el centro de la atención a la persona, será un importante diferenciador entre los candidatos a la alcaldía de Puebla; pensar en un gobierno cercano a la gente, en un contexto de crisis económica e institucional, sin duda, representa una intención loable y preocupada por mejorar las condiciones actuales a las que día a día se enfrentan los poblanos.
¡Las elecciones se acercan! Puebla y sus habitantes, tenemos la posibilidad de cambiar la historia. Actuar con rumbo y enfoque estratégico en un espacio para todos, que afiance el sentido de pertenencia que debemos sentir como ciudadanos, abrirá las puertas para el logro de un gobierno capaz de establecer compromisos y de generar buenos resultados.
Mientras no se generen las condiciones necesarias que involucren a los ciudadanos en la vida pública y en los procesos de toma de decisiones, viviremos con la decepción de un discurso incluyente, que fomenta la participación frente a una realidad distante y excluyente.
@javiercaste84