“Los guardianes del saber ancestral
son la última línea de resistencia
de milenarias voces que se niegan a morir”

Abel Pérez Rojas

 

Los guardianes del saber ancestral son seres que visibilizan, priorizan y vivifican sus raíces prehispánicas. Viven acorde a conocimientos acumulados durante siglos, desde donde reestablecen su relación con la naturaleza y con los seres humanos.

No obstante la discriminación de la sociedad, de la indiferencia, apatía e inclusive persecución gubernamental, los guardianes están ahí ¿qué más podemos reflexionar en torno a los guardianes del saber ancestral en México?

Recordemos que un sector de los sabios indígenas encontró cobijo en zonas inhóspitas, alejadas de las crecientes amenazas de la civilización moderna.

La voraz urbanización y la disparidad entre pobres y ricos no los exterminaron, pero han puesto a los sobrevivientes refugiados entre la espada y la pared, cercándoles en gris disyuntiva: pobreza y muerte paulatina o conversión a las formas de vida de las mayorías.

Por otra parte, principalmente en torno a zonas arqueológicas absorbidas por la urbanidad, un cinturón de guardianes se resiste a dejar a la deriva el saber prehispánico.

Hace unos días se asume como uno de los guardianes de la sabiduría ancestral. Coyotzin hace hincapié en que la labor de los guardianes nos incumbe a todos para mantener vivas raíces que se niegan a morir.

Coyotzin está en lo cierto, los guardianes son, en términos guerreros, la última línea de resistencia para que no mueran venas culturales de siglos;  tal es el caso de las lenguas maternas, porque según la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO) la mitad de las seis mil lenguas que se hablan en el mundo están en peligro de desaparecer y

cada lengua refleja una visión única del mundo y una cultura compleja que refleja la forma en la que una comunidad ha resuelto sus problemas en su relación con el mundo, y en la que ha formulado su pensamiento, su sistema filosófico y el entendimiento del mundo que le rodea. Por eso, con la muerte y desaparición de una lengua, se pierde para siempre una parte insustituible de nuestro conocimiento del pensamiento y de la visión del mundo”.

Siguiendo los estudios de la UNESCO puede afirmarse que el saber indígena es frecuentemente desvalorado ante la mirada citadina, que prioriza las innovaciones tecnológicas, las teorías y modas intelectuales y del arte provenientes de los países industrializados.

En resumen: de antemano la labor de los guardianes pareciera condenada al fracaso, porque ante el convencimiento de boca a oído de la sabiduría antigua se antepone el monstruo de mil cabezas del brutal capitalismo.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México, 6 millones 695 mil 228 personas de 5 años y más hablan una lengua indígena, es decir, 6 de cada 100 mexicanos.

No obstante los estudios censales, a ciencia cierta no se sabe cuántos hablantes o no hablantes de lenguas indígenas se han asumido como guardianes del saber ancestral.

Regresando a la analogía guerrera, estamos frente a una batalla desigual, sin el suficiente parque, sabiendo que el ejército de enfrente tiene lo más novedoso de la industria armamentista y además de este lado no sabemos cuántos generales, guardianes del saber ancestral, tenemos, pero con la certeza triste de que cada día quedan menos.