Las campañas proselitistas en Puebla han llegado a su fin. Fueron 57 días de ver mantas y pendones por toda la ciudad, de escuchar a los candidatos en spots, en entrevistas y en mítines. Sobre todo, para quienes tienen acceso a Internet, fueron días de leer y publicar tuits (con hashtags casi siempre), de ver fotos y videos en Instagram y de dar likes en Facebook. Incluso, fueron días de entrar a sitios web y encontrar banners de uno y otro candidato.

El papel que Internet juega en las contiendas electorales ha cambiado con un dinamismo muy interesante. La elección federal del año pasado demostró que, por sí solas, las redes sociales aún no son un factor determinante a la hora de declarar a un candidato vencedor. Mucho tiene que ver que más de la mitad de los mexicanos no tienen acceso a Internet o no saben utilizar las aplicaciones basadas en esta tecnología.

Una nota publicada en Poblanerías la semana pasada dio cuenta de las declaraciones de Arturo Sánchez Gutiérrez, investigador del Colegio de México. Para él, la sociedad poblana con presencia en línea, cuenta con la suficiente madurez para discernir los contenidos que le llegan a través de redes sociales en materia electoral. Incluso, menciona que las redes sociales no son lo suficientemente trascendentes como para definir el voto de los usuarios de estas aplicaciones. También se pronunció en contra de regular los contenidos que circulan en estas redes, porque eso restringiría espacios de expresión y participación ciudadana.

Los bots que surgen en cada periodo de campañas, demuestran el interés y al mismo tiempo, el desconocimiento que tienen los partidos políticos con respecto al papel de Internet en los procesos electorales. Precisamente estas cuentas falsas son las que han motivado que algunas voces se pronuncien por promover algún tipo de regulación en las redes sociales.

No es difícil advertir que durante los próximos días, previos a la jornada electoral, existirá un intercambio incesante de tuits y publicaciones en Facebook, aunque éstas no vendrán de las cuentas oficiales de los candidatos o de los partidos políticos que los impulsan. Muchas serán publicadas por cuentas reales y otros tantos por los ya mencionados bots, en un intento por extender los actos proselitistas lo más posible, principalmente en Twitter.

Es fácil distinguir las cuentas falsas en Twitter de aquellas que no lo son. Algunos de los principales indicadores son el número de seguidores, el número de tuits y sobre todo, la temática de los mensajes. Sin embargo, es prácticamente imposible distinguir la motivación de un usuario real cuando hace proselitismo a través de sus tuits.


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Está claro que el camino en materia electoral no debe pasar por monitorear y filtrar los contenidos de las publicaciones en redes sociales. Además de atentar contra un espacio de expresión y participación ciudadana legítimas, cualquier legislación que pretendiera seguir este camino, atentaría contra varios derechos humanos, relacionados principalmente con el acceso a la información y la libertad de expresión. Sobre todo, violaría los principios de Internet.

De lo anterior se desprenden varios mensajes:

Por una parte, a la ciudadanía, para que siga basando su voto en algo más que tuits y fotografías, lo cual muy probablemente sucederá.

A quienes piensen que regular las redes sociales es la solución para evitar el proselitismo “pirata”, para que entiendan que ese no es el camino, por atentar contra los derechos humanos y contra los principios que han permitido que Internet se convierta en un motor para el desarrollo y la innovación.

Finalmente, para los partidos políticos, para que dejen de gastar el dinero de sus campañas en estrategias que no funcionan y que no les reportan beneficios. Incluso me atrevo a señalar que el uso de cuentas falsas para promover a un candidato, provoca el desprecio de los usuarios de redes sociales, en vez de generar un impacto positivo.

Twitter: @irosasr

Blog: irosasr.mx

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