Jerusalem.- Decenas de niños pequeños en el suelo, uno pensaría que están dormidos, están acostados boca arriba con la ropa de casa (pijamas) y la mayoría sin zapatos. Adultos y niños respiran con dificultad mientras los doctores van de sala en sala atendiendo a personas. Quienes pueden ayudan a quienes llegan, aunque en la confusión, todo parece caótico.

Es Ghouta, una especie de cinturón urbano de la capital de Damasco, donde la madrugada del miércoles se han reportado cientos de muertos a causa de lo que se cree que ha sido un ataque químico, el más grande en ésta guerra civil de Siria hasta ahora.

“Alá Akbar!!!” (Alá es grande) se escucha en el fondo de las tomas de video, a veces como un rezo, a veces como grito. Los pacientes, adultos e infantes no muestran heridas de bala o daño corporal visible, pero muestran síntomas de ataques al sistema nervioso, se ven desorientados o inconscientes, con dificultades para respirar. Tal situación se agrava por la falta de medicamentos y oxígeno en los hospitales de la zona afectada.

(Las imágenes pueden parecer fuertes a personas sensibles, se recomienda discreción)

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Se estima que el ataque químico ha causado más de mil muertes, así lo reportan grupos activistas y la oposición Siria a través de múltiples imágenes hechas públicas a través de redes sociales y medios árabes. A pesar de que es difícil verificar si las imágenes son legítimas, las diferentes escenas publicadas muestran niños y adultos con severos ataques nerviosos, miembros paralizados y bocas espumantes, todas características típicas del uso de los efectos de las armas químicas.


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El ejército Sirio asegura que el uso de armas químicas es un alegato de los rebeldes (la oposición) quienes han perdido fuerza y terreno en los últimos meses. La oposición Siria asegura que fueron fuerzas militares las que llevaron a cabo el ataque. Durante el transcurso de la guerra, desde septiembre 2011, ambos bandos se acusan de atacar con químicos, específicamente con “nerve gas”, un producto químico que contiene fósforo orgánico que interrumpe el mecanismo por el cual los nervios transfieren mensajes a los órganos.

El ataque con químicos, aunque aún no confirmado por autoridades internacionales o autopsias a los cuerpos, supone un escalamiento en la guerra civil Siria, exacerbando la violencia especialmente hacia la población. La última vez que se reportó un ataque químico de ésta magnitud fue en 1988 cuando Saddam Hussein usó armas químicas contra la comunidad Kurda en Halabja.

Las armas químicas están prohibidas en la guerra por considerarse inhumanas y deshonrosas, o sea, que causan un daño que va más allá de los límites de la guerra. Pero en las guerras asimétricas, las que son entre un grupos diametralmente opuestos en recursos y poder, las posibilidades de entrar en ciclos de violencia desmedida son mayores. El grupo menos fuerte necesitará siempre hacer uso de mayor violencia para obtener atención a sus demandas, mientras el grupo con poder puede hacer total uso de sus recursos para no dejarse amedrentar, por tanto ningún grupo tiene incentivo para no usar todos los medios a su alcance, incluido el dañar a la población.

Se espera que, si se confirma que han sido utilizadas armas químicas contra la población Siria– una violación grave a las leyes internacionales- se lleve a cabo una acción conjunta de la comunidad internacional, más allá de la reprobación. Siendo que, los hechos de éste miércoles cruzan el límite que el mandatario estadounidense Barack Obama había establecido en agosto de 2012, afirmando que no se toleraría el uso de armas químicas. Desde entonces, al menos en dos ocasiones ha habido denuncias de uso de armas químicas en el conflicto Sirio, sin que eso resultara en sanciones o intervención internacional.

Las sanciones internacionales son difíciles de implementar en caso de guerra, pero especialmente cuando un régimen se encuentra peleando por su supervivencia.