María Eugenia Torres Castillo, médico psiquiatra de niños, adolescentes y adultos del Hospital Regional 36 del IMSS “San Alejandro”, sostiene que la incidencia en adicción al sexo es difícil medir; pero refiere que las mujeres suelen llegar a consultas con mayor frecuencia.
Asegura que “lo importante” es buscar ayuda en cuanto se identifica un problema; toda vez que se trata de un padecimiento que puede tratarse.
Poblanerías en línea: En cuánto al género, ¿dónde es más común esta conducta, en hombres o en mujeres?
María Eugenia Torres Castillo: Hemos percibido que las mujeres están llegando a consulta psiquiátrica con mayor frecuencia, donde exponen que ya tienen problemas.
Ven con frecuencia películas pornográficas, se masturban e incluso, se introducen cosas en la vagina, desde botellas, desodorantes, frutas e incluso, verduras, hecho que les genera un conflicto y más aún cuando son descubiertos por alguien de su familia.
El hombre que viene diciendo que tiene adicción al sexo es muy raro; pero se han hecho estudios, donde sí se ha comprobado que es más frecuente en el hombre que en la mujer y la estadística muestra que está en 6 por ciento en el caso de los varones y en 2 por ciento, se está incrementando en las mujeres.
Poblanerías en línea: ¿Cuándo se considera que alguien es adicto al sexo?
María Eugenia Torres Castillo: Cuando todo el tiempo está pensando en lo que es importante: la familia, el trabajo y tiene un impulso de que “hoy tengo ganas” y sólo piensa en tener relaciones sexuales y empieza a bajar su rendimiento laboral o bien cuando tiene gastos excesivos y en lugar de comprare un libro o bien un artículo de uso juguetes sexuales, pornografía (películas o revistas, particularmente) o bien acuden a los antros o a los tables, con el consecuente pago a prostitutas para obtener servicios sexuales.
Toda la economía que pudieran aplicar en su familia o en otras situaciones, lo hacen pero todo enfocado al sexo y esto evidentemente les va a ocasionar conflictos.
La doctora añade que cuando la persona no tiene pareja, pero tiene esa necesidad de tener relaciones sexuales dos o tres veces al día, comienza la masturbación.
Explica también que ven las películas pornográficas; no para observar un acto sexual, sino para estimularse visualmente y auto erotizarse.
Expone, sin embargo, que experimentar algo nuevo como la compra de prendas de lencería (incluso en tiendas de sex-Shop) o bien de unas mallas o un vibrador, son conductas normales cuando se disfrutan con la pareja.
Psicoterapia, una opción de alivio
Al hablar sobre la ayuda que debe recibir este tipo de pacientes, la psiquiatra dice que en primera instancia, la persona con este tipo conductas, genera mucho sentimiento de culpa.
“Lo importante es que sepan que tienen un problema para que puedan resolverlo”, apunta, sugiere acudir a psicoterapia –con tratamientos generalmente largos– y apoyarse de medicamentos, como antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina.
También menciona que pueden aplicarse medicamentos que disminuyen el impulso sexual, fármacos que disminuyen la testosterona o las hormonas que se encuentran elevadas en las personas que tienen adicción al sexo.
Recuerda que estas conductas pueden iniciar desde la infancia; por lo que recomienda a los padres de familia, hablar sobre la sexualidad con sus hijos y no reprimirlos; porque utilizar frases como “eres un cochino, cómo haces eso”, sólo se asusta al infante y crea una percepción errónea.
En el adolescente, considera que se tiene que hablar en forma clara acerca de la sexualidad sin tabús; porque de lo contrario, se hace que el chico tenga más curiosidad por el sexo y experimente pensamientos sexuales demasiado frecuentes.
Subraya que ante eso, es necesario identificar la educación sexual, la cultura, el estar tomando algunos medicamentos, el cursar con alguna enfermedad o qué genera este tipo de conductas.
¿Y si no se trata?
María Eugenia Torres subraya que de no tratarse, la adicción generará un deterioro personal, social y familiar, con riesgos potenciales de contraer enfermedades de transmisión sexual, especialmente, VIH-SIDA.
También comenta que una persona con este tipo de conductas puede dar paso a “tocamientos”, dado su elevada necesidad al sexo, que pueden llegar a la violación o bien, terminar en prisión porque se suben a los camiones y empiezan a tener contacto con la gente que está ahí.
Señala que a nivel de consultas en psiquiatría, ya resulta común atender este tipo de casos y menciona el tratamiento que brinda a una chica de 23 años que ha acudido a un tratamiento por dos meses y recién logra controlar su conducta.
Comenta que sin contar el daño que ya hizo a su vagina por introducirse objetos, la paciente suele tener angustia; porque ya no ve tanta pornografía y se masturba; pero aún tiene la necesidad de tener relaciones sexuales.
Para los hombres, explica que sólo llegan a consulta por depresión o bien ansiedad y cuando se toca el tema, se angustian, se ponen más nerviosos y se tornan irritables; aunque en la siguiente vez, reconocen que tienen un problema.