A inicios de mes fueron reveladas las supuestas actividades de espionaje realizadas por el gobierno de Estados Unidos a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, así como a Enrique Peña Nieto cuando era candidato a la presidencia de México. Si bien las reacciones en ambos países no se hicieron esperar, la respuesta brasileña pareció ser más firme que la mexicana.
Según el diario El País, diversas voces en aquel país se manifestaron fuertemente en contra del espionaje de la NSA, viendo a estas actividades como una oportunidad para sacar ventaja en negociaciones industriales o comerciales. La justificación con motivos de seguridad nacional fue vista como una excusa, más que como un argumento convincente.
Rousseff y Obama tuvieron oportunidad de platicar durante la reunión del G20 llevada a cabo durante la segunda semana de septiembre en Rusia. Uno de los temas que tocaron fue la visita de la mandataria brasileña a Estados Unidos, agendada para octubre. El caso de México también fue abordado entre Obama y Peña, con la diferencia de que esta conversación se dio por teléfono y no en persona.
Ahora, la Casa Blanca ha anunciado que la presidenta Rousseff y el presidente Obama han acordado posponer la visita programada para el próximo 23 de octubre. La razón principal es que Brasil no ha visto solucionado el tema del espionaje llevado a cabo por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos. La revisión que ha emprendido Barack Obama sobre los servicios de inteligencia de su gobierno tardará algunos meses en ser resuelta y todo parece indicar que esto no ha sido suficiente para el gobierno de Brasil.
De esta forma, apreciamos que el uso perverso de la tecnología por parte de un Estado puede acarrear serias consecuencias. En este caso, el gobierno de Estados Unidos argumenta que un solo tema no debería ensombrecer la relación entre ambos países. Sin embargo, el espionaje de una nación a otra no debería ser tomado tan a la ligera.
Brasil ya reaccionó y fuerte, asumiendo su papel de potencia emergente. Las reacciones del Estado mexicano no parecen ser tan firmes. A la fecha, se desconoce la magnitud del espionaje al círculo cercano del presidente. Y ya que andamos en este tema, los ciudadanos mexicanos seguimos sin conocer la magnitud del espionaje al que hemos sido sometidos por agencias gubernamentales extranjeras y mexicanas, lo cual no es un tema menor.
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