Quién lo dijera, uno de los grandes negocios del municipio de Puebla se encuentra en el corazón, en las entrañas, en los intestinos de los mercados públicos Los mismos que son administrados, regenteados y negociados por la administración de Eduardo Rivera Pérez.
Un gran negocio: los baños públicos.
Los mismos que en una emergencia personal reciben por cada usuario, lo menos, cinco pesos; quieras o no darlos. Si no, pues no entras.
Baños públicos que se encontraban en manos diversas, negociados políticamente, en manos de líderes de banqueta, y que poco a poco, lentamente, fueron recuperados por el municipio de Puebla.
Ahora, todos en poder del poder municipal, deben ser licitados.
Y, por alguna extraña razón, antes del 15 de febrero.
Y las extrañas razones se acumulan: hace unos días la primera licitación se declaró desierta. Las tres compañías que concursaron no dieron el ancho, ni reunieron las condiciones exigidas. Dicen.
Ahora, procede una segunda licitación; con otras tres empresas a modo. Con convocatoria publicada en un medio de escasa circulación. Para cumplir con la ley. En chinga. Dicen.
Antes del Tercer Informe de Lalo, sí, el de la despedida de Lalito, el negocio de los baños públicos de los mercados deberá ser asignado, vía directa, una vez que la segunda licitación se declare desierta por falta de requisitos y carencia de solvencia empresarial de las organizaciones participantes.
Pero en chinga. Quedan 15 días para culminar el negocio.
Y el contrato directo deberá ser, faltaba más, por 15 años.
¿Pues no que el negocio duraba un trienio?
No. Ahora, en el caso de los baños públicos, deberá ser por cinco trienios.
Que así son las costumbres. Dicen.
Y que ya se tiene a la empresa ganadora. Dicen.
Y que si no, de dónde saldrá para el chivo una vez en la banca. Dicen.
Pues sí: cagar y mear es un gran negocio. Quién lo dijera.
Ahora entiendo.
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