El PRI de Puebla actuó como dios le dio a entender a cada uno de sus militantes en el trienio que se marca de enero de 2011 a enero de 2014.

Notorio era, sobre todo, en aquellos que desempeñaban una función correspondiente a un puesto de elección popular. Patente e indudable en la anterior legislatura, la LVIII, que ante la ausencia de un liderazgo y un programa o acuerdo de acción conjunta, terminaron culimpinándose a los designios del cerro.

Trágico y notorio; patético y lamentable.

No daban pie con bola; atolondrados y acostumbrados a obedecer, cedieron al control del omnímodo que en la arena política todo lo controló en el primer trienio de gobierno: Rafael Moreno Valle.

Ahora, en una dinámica parecida pero ahora interna, se comenta que la orden, la instrucción, ahora ha venido desde el centro de la República: hay que unir fuerzas para combatir a Rafa.

Cuando menos reducir su influencia.


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Penetrarlo, hacerle huecos, bajarlo de la nube, impedir sus afanes de maximato, impedir su llegada al centro del País.

Reducir su poder pues.

De ahí que personajes de la talla de Enrique Doger Guerrero, Javier López Zavala, Juan Carlos Lastiri, se reúnan para para presumir unidad y anunciar el fin de las diferencias. Alguna vez se cuela Víctor Manuel Giorgana, o por su lado hace su lucha “La Única”, Blanca Alcalá.

Mención aparte quienes están siendo desdeñados, los que por su pasado reciente “no son juntados”: Mario Marín, Enrique Agüera y Fernando Morales. Triste papel que les tocó jugar y aún sus bonos no dan para la reconstrucción del poderío priista poblano.

Aún con lo anterior, continúa el eterno problema del PRI poblano, su permanente omisión: no permitir el paso a las nuevas propuestas juveniles. Allá ellos.

Lo cierto es que a partir de este 2014, pareciera que el PRI de Puebla es otro: combativo, con “propuesta”, inquieto, y sin duda, enfrentado al poder del Gobernador poblano.

Por lo pronto, las relaciones de poder en la capital del camote, las chalupas y el mole, se han modificado y habrá momentos en que sean ríspidas.

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