Sin lugar a dudas que el ministerio  que como hijo de Dios, Jesús de Nazareth  realizó a principio del primer siglo de nuestra historia, dejó huella en este mundo, como el antes y después.

Con la llegada de la semana mayor, o santa, donde el pueblo cristiano recuerda con dolor, el vituperio al que fue sometido por los religiosos de su tiempo, que no podían entender, mucho menos aceptar, que alguien más tomara el liderazgo en la comunidad judía y denunciar que la religión mosaica era obsoleta, y la forma de aplicarla, hipócrita, falsa y muerta, sin ofrecer una esperanza de vida, como lo declaraba abiertamente Jesús: Quien vino a cambiar y desafiar a los religiosos y escribas que se decían dueños de la verdad.

De acuerdo a las escrituras, este personaje, que tuvo que despojarse de su divinidad, para enseñarle al pueblo que como seres humanos, podemos vencer toda tentación de la carne y ofrecer y dar amor a todos nuestros semejantes. Y es que el amor, es un sentimiento, o mandamiento, que puede mover montañas, lograr milagros, cambiar nuestras vidas, nuestro entorno, nuestro mundo, amarás a tu prójimo, como a ti mismo.

Y que el poco tiempo, el que vivamos, como peregrinos, como migrantes por este mundo, sea de paz, de servicio, de amor, el cual ¡pareciera que se ha perdido!

Una de las cargas más pesadas que padece nuestra comunidad migrante, es sin duda la separación de sus familias, de sus costumbres y tradiciones, las cuales añoran al no poder participar de sus festividades en sus regiones de origen, donde celebran la semana santa, con procesiones, misas y la oportunidad de reencontrarse con amigos o familiares que por años no han vuelto a ver.

Los ayunos ,oraciones,plegarias,suplicas,no han llegado al tercer cielo, para que de manera divina, haya una intervención y acaben con esta carga, con este viacrucis, que padece ya por 27 años nuestra comunidad migrante indocumentada.


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Que sin esperanza, sigue padeciendo este vituperio, esta indiferencia de parte de las autoridades norteamericanas, las cuales pregonan un evangelio de amor,  evangelio del mesías, el cual dejó como mandato para todos sus apóstoles…. ¡y quienes se dicen creyentes en su palabra! El país de EE.UU. fue fundado bajo  este evangelio de amor, el cual… ¡Lo han pisoteado e ignorado!

Por lo que nuestra comunidad migrante indocumentada, tendrá que seguir cargando con su propia cruz, esperando que Jesucristo descienda de lo alto, porque pareciera  que las oraciones de  11 millones de personas no son escuchadas por el gobierno de Obama, para que se apruebe una reforma migratoria. Esta semana de dolor, se ha prolongado por 27 años, seguiremos con este viacrucis, cargando nuestra propia cruz, cruz que llevan millones de emigrantes… de todo el mundo, si al mesías  crucificaron ¿Que podrá esperar esta comunidad?