De poco valdrá que los diputados poblanos analicen la Ley de Sociedad de Convivencia por quinta vez en los últimos 9 años, si antes no se aterriza un diálogo con posturas mucho más abiertas, tolerantes y flexibles entre todos los sectores sociales hacia la población no heterosexual, asegura María de Lourdes Pérez Oseguera.

La responsable del Programa de Género y VIH del Observatorio de Violencia Social de la Universidad Iberoamericana Puebla (Ibero Puebla), agrega que esa discusión debe contar con una perspectiva de derechos humanos.

En entrevista con Poblanerías en línea, argumenta que cuando se niega un derecho a otra persona por el motivo que sea, no solo por su orientación sexual, la sociedad “está regresando 500 años”.

Sostiene que ello no se debe permitir y por eso, opina que debe haber un interés real por la comunidad LGBTT, que han sido reconocida socialmente y cotidianamente está sujeta a violaciones y exclusión.

La ley necesita políticas públicas

Además, considera que una ley por sí sola no cambiará su situación social, porque cuando se analiza un propuesta de ley, antes deben estudiarse los mecanismos que van de la mano con la legislación en cuestión.

Abunda que de aprobarse esta iniciativa, se debe contar con una correcta difusión y con políticas públicas en la materia, donde se incluyan contenidos educativos destinados a diferentes niveles escolares.


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Lo anterior porque a su parecer, “se debe trabajar porque exista una sensibilización social a través de los medios” y ejemplifica el caso del Distrito Federal, cuya campaña contempla la difusión de material dirigido a niños pequeños (6-7 años) y jóvenes.

Menciona que en ellos se subraya que aceptar la diferencia de las preferencias sexuales, no hace menos a la sociedad, al contrario.

Debemos aceptar la diversidad desde una perspectiva de derechos humanos y ver que la convivencia puede ser de diferente manera y no solamente del patrón mental que yo tengo desde hace tiempos remotos, sino aceptar que podemos ser, pensar y relacionarnos de manera  diferente, los cual enriquece nuestra persona”.

La familia, un lugar de diálogo

En cuanto al papel que debe asumir la familia en temas de diversidad sexual, la catedrática de la Ibero Puebla opina que ésta debe actuar con base en el diálogo entre los miembros.

Refiere que es común apreciar tanto a hombres como mujeres, que viven en mucho conflicto pues no son capaces de presentarse con una orientación distinta; porque sus cercanos no lo aceptarían.

Es mucho sufrimiento en balde, si fuéramos un poco más sensibles y más abiertos, esto no tendría por qué demeritar la calidad de una persona, la cual vale por lo que es y no por su orientación sexual”, concluye.