Las sexoservidoras, prostitutas, putas, de Puebla marcharon y exigieron respeto y un trato digno de parte de las autoridades.
No a los malos tratos ni a la extorsión por parte de los policías, “no más golpes ni extorsiones”, fue una de las consignas que utilizaron. “¿Quién nos defiende de los policías?” Preguntaban.
Exigieron sus derechos, reivindicaron su oficio, tuvieron el valor de salir a la calle a manifestarse. Y acusaron a la autoridad, personificada por los policías, del abuso y extorsión.
Sobre todo, hicieron público su descontento. Importante que se hagan presentes en la vía pública cuando por décadas o centurias han sido mal vistas y mal tratadas.
En esta sociedad en descomposición, son producto de la pobreza y la necesidad. Pero no se tiran al piso para que las levanten. Exigen y protestan. Y no es la primera ocasión que las calles de Puebla son testigos de su malestar.
Y una vez más no les harán caso.
José de Yta Martínez, director de Comercialización y Normatividad del ayuntamiento de Puebla, dijo en entrevista para varios medios que la zona de tolerancia para el ejercicio de la prostitución y la instalación de antros y bares es un proyecto que busca concretarse.
De inmediato el Ayuntamiento para el cual trabaja lo desmintió. No hay tolerancia para una zona de tolerancia.
Ni ellos se ponen de acuerdo.
A pesar de la denuncia ciudadana por la invasión de giros negros, prostíbulos, cantinas, botaneros, casas de citas, que alteran el orden y se instalan en zonas habitadas y de alta densidad de población, la autoridad municipal se niega a legislar sobre el ejercicio de la prostitución.
Prefieren que el oficio se disperse y sea fácil presa de la corrupción.
El negocio es el negocio.
No es un asunto de moral.
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