¡Osú! Tecla Varela Corneta recibió la instrucción clara, precisa, concisa: “los llamas de uno en uno, sin darles mayor información; ¡que se presenten de inmediato!”. Y el nervio empezó a crecer, os lo juro: “¿Cuántos seremos? ¿A quiénes llamó el patrón? ¿Cuál es el tema? ¿Se le antojará una partida de dominó?”

¡Rediéz! Fiel hasta la muerte, la señora Varela Corneta no soltó prenda. “Por vida de Dios, ora se joden, abrase visto, siempre grillando y ahora les tiemblan las corvas”, pensó para sus adentros y no abrió el océano. Por la noche lo comentaría con su pareja, Iván Tresquetecho, muerta de risa por la cara de espantados con la que se presentaron frente al Señor.

De uno en uno fueron llegando al salón, siete, eran siete. Herculano Teloa Garro, sobrino de Elena, los recibía solícito, les abría la puerta, ofrecía café y era mudo testigo del acalambramiento.

Ellos, los convocados, quienes detentan y ostentan el poder, toman decisiones, permanecían callados, recordando que a sus espaldas se refieren unos a otros como El Secretario del Tesoro, La Rectorina, el bueno para nada (con minúsculas), El Sobrino (con mayúsculas), La Mano que Mece la Cuna, El Bibliotecario y el Vicerrector del Deporte.

Cruzaron sus miradas, el silencio era fúnebre, a unos les sudaba la lengua, a otros se les subían las gónadas y desplazaban a las amígdalas; uno de ellos corrió a desaguar el miedo y regresó antes de que se los cuento.

¡Hostia! Cuando El Lobo Mayor entró al recinto de la espera, la angustia aumento, sobre todo cuando pidió a cada cuál su versión de lo que estaba aconteciendo en Mi Casona, La BUAP, para los neófitos.


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Que yo no fui, que fue Teté, que me miró feo, que me sacó la lengua, que me hizo caracolitos, que tú la traes y no me la pegas, que los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán, que… que… Que la culpa es de todos menos mía, que yo si trabajo y ellos no.

El Lobo Mayor pegó un manotazo en la mesa y puso a cada quien en su sitio: “Están para trabajar por Mi Casona, les dijo, no para llevar agua a su molino”. “Yo soy el Lobo Mayor, ustedes no llegan ni a lobeznos”. ¡O trabajan o se van!

¡Os lo juro y a fe mía! Que salieron con el rabo entre las patas.

La semana anterior emborraché al Cardenal Gas Mechas y me soltó la sopa: Las tres semana de veraneo, del once de julio al cuatro de agosto, servirán para afinar detalles sobre los cambios que se avecinan y pronto habrá movimientos telúricos aparejados con tormentas y vientos alisios con norte de más de 60 kilómetros por hora.

Y es que El Cardenal Gas Mechas obtuvo la información en el confesionario y ya beodo le valió madres el secreto de confesión.

¡Abúr!

@DonMelchor1

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