Nota del Editor: El siguiente artículo fue escrito por la Mtra. Lucy Toledo Vázquez, coordinadora de la Licenciatura en Mercadotecnia en la Universidad Madero (UMAD). Es especialista en branding corporativo y estudios sobre comportamiento del consumidor.
De acuerdo con la RAE un accidente se define como “Suceso eventual o acción de que involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas”.
Esto nos habla de que la persona no premedita un evento para causar un daño a otro u otros; y es lógico, ¿quién en su sano juicio se provocaría un mal a sí mismo o a alguien más? Pero haciendo un poco de reflexión, en realidad un accidente se construye paso a paso; la persona, ya sea por malos hábitos o inconsciencia, decide hacer caso omiso a ciertas medidas de seguridad.
Pensemos por un momento cuáles son los factores que provocan un accidente automovilístico: a) exceso de velocidad, b) no respetar el semáforo, c) conducir alcoholizado o bajo los efectos de drogas, c) distracciones, como hablar por el celular, ir maquillándose, etc.
En el Tercer Informe sobre la Situación de la Seguridad Vial en México 2013, emitido por el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (CONAPRA), se menciona que en comparación con los datos mostrados en el Segundo Informe, la tasa de mortalidad disminuyó apenas 1 por ciento, sin embargo, es un dato alentador ya que se ha logrado contener el aumento y se ha logrado la estabilización; hubo 9 mil 931 menos heridos (5.8 por ciento) y 43 mil 019 menos accidentes (9.5 por ciento).
Estos resultados, son reflejo de las intervenciones basadas en evidencia científica, incluyentes e integrales a favor de mejorar las condiciones en todos los usuarios de las vialidades del país.
Debemos ser conscientes de que, si bien tenemos mejores resultados, no sucede así entre los usuarios vulnerables, pues 40 por ciento de todas las muertes corresponde a conductores de motocicleta, bicicleta y personas que se trasladan a pie.
Contestando a la pregunta, si las campañas actuales de gobierno y de empresas son suficientes, considero que han contribuido en ese 1 por ciento de reducción de la tasa de mortalidad, pero resultan infructuosas si cada individuo no se concientiza de los peligros que corre él, su familia y su entorno social, cuando realiza acciones temerarias al conducir un vehículo.
No obstante, las iniciativas implementadas por el sector público y privado, son necesarias para lograr incidir en la voluntad de los individuos y crear una cultura de ambiente seguro.
En este sentido, las campañas de prevención de accidentes utilizan, cada vez más, métodos crudos y directos para que el mensaje llegue a sus destinatarios, pues tal parece que nos hemos acostumbrado tanto a escuchar y ver las noticias diarias sobre los accidentes automovilísticos, que se ha perdido la sensibilización ante esta problemática, y el pensamiento es: a mí no me va a suceder o eso le pasa a otros.
Cada uno somos parte de la solución: gobierno, empresas y sociedad.