La libertad de expresión es un derecho que la democracia en la que vivimos nos otorga a todo ciudadano mexicano, aunque existen varios países que no otorgan este derecho, supuestamente el país azteca, si lo garantiza.
El nacimiento de la democracia data de aproximadamente 500 años antes de Cristo en la cultura griega – Ateniense, y fue por las condiciones de vida entre aristócratas y pueblo que eran abismales.
El escritor y filosofo griego Aristoles denunciaba que las posibilidades de igualdad entre el grupo elite y la sociedad común eran nulas con la aplicación de estas políticas, por esto se empezó a gestar este sistema político democrático para dar igualdad de derechos a todo ser humano.
De acuerdo a la historia, eran unos cuantos individuos los que tenían todo el poder concentrado, violando y abusando de su posición en el gobierno ocasionando un gran descontento general.
Tal vez el pueblo no era tan infeliz, sencillamente la cúpula del gobierno no les permitía participar de nada, y así es como nace este sistema de la democracia. “El poder del pueblo y para el pueblo”.
Y aunque este sistema tiene sus orígenes hace mas de 2,500 años, la democracia es un derecho que se tiene que alimentar con la participación ciudadana día a día, de lo contrario, será sepultada y asesinada por las personas que llegan al poder, ignorando y menospreciando al pueblo que los eligió para ser representados.
Y así nos trasladamos a este hermoso estado, Atenas – Puebla ,donde se están practicando las mismas políticas, retrocediendo en el tiempo, aplicando las mismas violaciones y abusos que menosprecian la participación y opinión de un pueblo que ya llego a su límite. ¡Que sencillamente está harto!
Concentrando el poder este gobierno, en unos cuantos, rectifico, en una sola persona, el gobernador Rafael Moreno Valle, quien no oye, no atiende , no ve, que no aplica el pensamiento chino, que es mejor caminar acompañado, que caminar solo, pudiendo haber llegado lejos, prefirió llegar rápido y ahí están las consecuencias, ¡quedándose solo!
Dicen por ahí que el poder marea, y como una de las drogas más adictivas y mortales, han matado su sueño y proyecto presidencial, menospreciando al pueblo que le dio su confianza, matando esta relación gobierno – sociedad.
Todos y todas tenemos ese derecho de soñar, de avanzar, de progresar, de quedar en la historia escribiendo páginas de honra, de verdad, de servicio, de calidad humana, respetando la vida de los demás, respetando los derechos de un pueblo que le dio su confianza. En Puebla no solamente murió un niño, también murió la confianza de un pueblo hacia su gobierno, gobierno que mato la democracia y el derecho de expresión que hace 2,500 años nació. El divorcio entre gobierno y sociedad se ha consumado, ahora solamente hay que esperar las consecuencias.