Los últimos años, los científicos han discutido la existencia de la adicción al internet y las redes sociales. Algunos aseveran que no hay duda: existen patrones adictivos en el uso de las tecnologías. Otros no encuentran elementos suficientes para considerar que esta conducta puede entrar en una categoría comparable con la dependencia de sustancias.
La mayoría coincide en que sea o no una adicción, las personas pueden desarrollar conductas antisociales y de riesgo en su relación con internet.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó en mayo de este año, que en México, 46 millones de personas de seis años o más son usuarias de internet, cifra que representa aproximadamente a 43.5% de la población.
En relación con Latinoamérica, México no es de los países con mayor índice de acceso a internet por hogar. En nuestro país, sólo 35.8 por ciento de las casas cuentan con internet, indicador por debajo de Uruguay (52.8%), Argentina (47%), Chile (46.8%) y Costa Rica (45.3%). A pesar de ello, la población joven y los usuarios están íntimamente ligados al uso de esta tecnología.
Según la misma fuente, 46.3 por ciento de los usuarios se conectan a diario a internet. La Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) informó que durante 2013, el tiempo promedio de conexión diario de los cibernautas fue de 5 horas con 1 minuto, 62 minutos más que en 2012.
Es evidente la tendencia al alza del uso y tiempo de conexión a internet de los mexicanos. Basta echar un rápido vistazo en el transporte público, un restaurante o la calle para ver que no pocos evaden su alrededor, enfocándose en la pantalla de su móvil.
Adicción, en el limbo científico
En otras latitudes del mundo, asociaciones de académicos y científicos han comenzado a estudiar patrones de conducta ligados al uso de internet. En el artículo Adicciones Tecnológicas: el auge de las redes sociales, José García del Castillo, del Instituto de Investigación de Drogodependencias de España, apunta:
Las llamadas adicciones conductuales, entre ellas internet, siguen encontrándose en un limbo científico por las dificultades que entraña discriminar adecuadamente entre conductas en principio normales y patologías que podríamos considerar adictivas”.
Aparte, la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías advertía en el volumen 20 de la revista Adicciones que si bien aún no existe un acuerdo para afirmar que la adicción al internet es real, ciertos patrones apuntan que sí:
En nuestra opinión, el uso desadaptativo de internet y móvil son conductas adictivas de diferente intensidad. A pesar de provocar dependencia psicológica, pérdida de control y consecuencias negativas, debido a la duración e intensidad de los síntomas, en el caso del móvil se trataría siempre de abuso y en el del internet podría darse abuso y dependencia.
“(…) En la mayoría de los casos, el uso excesivo de internet no merece el rango de trastorno psicopatológico aunque ocasione consecuencias negativas en el ámbito académico o familiar. Sin embargo, la existencia de casos clínicos sugiere que el uso desadaptativo de internet es un problema real que afecta gravemente a algunas personas. Esta adicción comparte los elementos clave de las adicciones, como son la pérdida de control, el craving (encaprichamiento), la modificación del estado de ánimo, la polarización atencional, la pérdida de control y las consecuencias negativas”.
¿Y el uso de los dispositivos?
Corea del Sur es uno de los países que más ha estudiado el uso de la tecnología. De acuerdo con una investigación gubernamental de 2010, alrededor de 8 por ciento de la población de entre 9 y 39 años de edad sufre adicción a internet (CNN, 5 de agosto de 2012).
Según el gobierno de ese país, 14 por ciento de estudiantes, un total de 240 mil, son adictos a redes sociales.
También en Corea del Sur, en 2005 el ciudadano Seungseob Lee sufrió un paro cardiaco después de jugar StarCraft por casi 50 horas continuas.
Aparte, en octubre de este año se dio a conocer que un hombre de 31 años, se internó en el Programa de Abuso de Sustancias y Recuperación de la Marina estadunidense para combatir el alcoholismo; los médicos que lo trataron se percataron que había desarrollado una adicción al equipo Google Glass, que utilizaba hasta 18 horas al día.
El combate a la “adicción”
En Estados Unidos, dos estudiantes crearon el dispositivo Pavlov Poke, que propina toques eléctricos a los usuarios de redes sociales cuando pasen demasiado tiempo utilizando Facebook u otras plataformas similares. Funciona a través de una USB y tiene la intención de reducir la utilización de internet.
Por ello, en Bradford, Pensilvania, fue creado el primer hospital público que trata a ciberadictos.
El mayor problema que tienen estos enfermos es el tiempo que pasan usando Internet. Existe una gran diferencia entre aquellos que a pesar de depender de la tecnología son capaces de encontrar un equilibrio con su vida y aquellos que son incapaces”, explicó en un comunicado Kimberly Young, fundadora del programa.
A pesar de ello, la comunidad de psiquiátrica de Estados Unidos (APA, por sus siglas en inglés) aún se niega a aceptar la adicción a internet. En el nuevo Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5, publicado en mayo del año pasado, fue definido como una patología a revisar.
El miedo a la soledad
Paula Sibila, doctora en Salud Colectiva en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, publica en el libro La intimidad como espectáculo que el excesivo uso de las redes sociales y el internet está ligado al pánico que la sociedad moderna le tiene a la soledad:
(…) De modo que esta repentina ansia de visibilidad, esa ambición de hacer del propio yo un espectáculo, también puede ser una tentativa más o menos desesperada de satisfacer un viejo deseo humano, demasiado humano: ahuyentar los fantasmas de la soledad. Una meta especialmente complicada cuando florecen estas subjetividades exteriorizadas y proyectadas en lo visible, que deshacen el vetusto anclaje proporcionado por la vida interior”.
Por lo visto, internet, las redes sociales y el celular serán actividades al alza en México y el mundo. A pesar de esta tendencia, en el país escasean estudios científicos profundos sobre la relación de los mexicanos con las tecnologías, así como sus consecuencias.
Por la importancia de esta práctica, hace falta una revisión minuciosa para evitar patrones nocivos que dañen más el de por sí afectado tejido social del país.
POB/GACC