Es ya costumbre, en las transformaciones que ha tenido el ejercicio de la política mexicana en los últimos 15 años, anunciar con bastante anticipo las candidaturas o aspiraciones a ocupar algún puesto de elección popular.
Es uno de los nuevos vicios de la política a la mexicana.
Un político logra un puesto por el cual luchó y en ese momento las tareas que le corresponden a la nueva responsabilidad pasan a segundo, tercero o cuarto sitio. Es el momento de empezar a ejercer la estrategia de la nueva aspiración.
Es una nueva costumbre; así lo hizo Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto. El eterno candidato, desde hace más de doce años es Andrés Manuel López Obrador.
Las señales y los recursos de los anuncios o de las aspiraciones varían. Pero se dan a conocer. Y se empiezan a manejar como lugares comunes.
Así lo han hecho ahora Rafael Moreno Valle y Gustavo Madero.
Así se presentan Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong.
Así lo acaba de anunciar Carlos Navarrete respecto a Miguel Mancera, quien ahora es cuasi candidato a la presidencia de la República por el PRD.
Algunas son serias aspiraciones. Otras intenciones son las de empañar y enlodar procesos. En esta última situación cabe el anuncio de Navarrete; sin lógica y en el inicio de un proceso electoral que puede ser la tumba definitiva del PRD, después de una descomposición trabajada por años, intenta dar respiración de boca a boca a su partido cuya muerte ha sido anunciada y cronicada en los últimos meses.
No hay duda, cada sociedad padece la política que se merece.
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