Me quedo con una tremenda decepción. Frustración y desencanto. Rescato la simulación y la ilegalidad; los resquicios que deja la ley electoral para que se permitan irregularidades.
Funcionó la estrategia de desalentar el voto; la movilización del voto, que en otras épocas se ha llamado acarreo, regresó a desempeñar el papel que tan bien funciona en consecuencia al amedrentamiento del votante; la circulación de dinero que no queda registrado en ninguna parte.
En Puebla, asesinatos, las balas a la casa de José Juan Espinosa, su acusación a Rafael Moreno Valle y su posterior omisión, y sobre todo, la llamada de Fernando Morales a Juan Carlos Natale, el intento de extorsión de un periodista a un político.
Entre el enjambre de irregularidades, rescato las del párrafo anterior. Son símbolo, insisto de la simulación. Y de la distracción. La caja china.
En otros momentos, en otras circunstancias, balazos a viviendas, acusaciones en falso, llamadas amenazantes, videos que reflejan corrupción y delito, han sido utilizados para ejemplares castigos en contra de quienes cometen ilícitos.
¿Grabaciones de llamadas? Pues habrá que recordar lo que ha sucedido con Mario Marín Torres. Videos que reflejan, sin palabras y calificativos externos, el delito que por sí solos exhiben, bueno, basta lo más reciente, las dos charlas publicadas entre la Tuta y Rodrigo Vallejo han colocado en varias ocasiones al hijo del gobernador tras las rejas.
Pero, en el ámbito de la legislación electoral y el modus operandi de un proceso electoral y su consecuente votación, no pasará nada.
Presiones, calificativos, exigencias, amenazas de Fernando Morales a Juan Carlos Natale, en otros momentos merecerían cárcel. Ahora impunidad. Al tiempo.
¿Quiénes ganaron? Los mismos de siempre. La misma clase política.
¿Quiénes perdieron? Los mismos de siempre, el votante, los ciudadanos.
@luisenriquesf
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