Faltan poco más de 18 meses para que Rafael Moreno Valle entregue el cargo a su sucesor, el cual gobernará Puebla por 20 meses. La minigubernatura se la ha llamado a ese espacio breve de tiempo.
Los tiempos y ritmos de la política han calificado a los últimos dos años del ejercicio de un gobierno de seis, como el descenso de la curva del poder. Poco tiene que ver con razones particulares del periodo de Moreno Valle. Son los usos y costumbres del sistema político mexicano.
Es en ese lapso de tiempo en el cual los acuerdos, pactos y convivencia política empiezan a tambalearse. Quienes antes respetaban al líder, jefe o “mandamás”, intentan perderle el respeto.
“Subirse a las barbas de alguien”, refiere la Real Academia Española, es “Perder el respeto al superior, o quererse igualar con quien le excede”. Eso empieza a pasar en esta Puebla levítica.
Por eso es que resulta y se da, de manera general, lo que algunos políticos intentan con el actual Gobernador poblano. Casos hay varios y habrá más.
No hay duda, Tanto José Juan Espinosa como Rafael Micalco, aplican para, de manera particular en el caso de su relación con el poder supremo de Puebla, intentar “subirse a las barbas” del jefe máximo.
Le están “midiendo el agua a los camotes”.
Y han recibido respuesta.
El primero manipuló al cabildo de San Pedro Cholula para entregar el Cereso de ese municipio al gobierno estatal, arguyendo apego a la legalidad. Ya recibió respuesta:
El segundo no logró su cometido: destituir de la coordinación de la bancada panista en el Congreso local a Jorge Aguilar Chedraui. Claro, tampoco la fuerza política del Gobernador logró removerlo del mando del PAN Puebla: empate técnico.
El desgaste, las asonadas, los intentos por sacudirse el yugo sexenal seguirán acumulándose; conforme se acorta el plazo de salida serán cada vez más. Pero ese análisis será tema de otra columna.
Poblanetas
Enrique Doger “ave de tempestades”
Y se “soltaron el pelo” quienes no quieren que Enrique Doger encabece la propuesta del PRI a la minigubernatura. Lo están tundiendo. No se quedará callado.
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