La creación de zapatos desechables y económicos están acabando con el trabajo para los zapateros, considera don Renato, zapatero desde hace 20 años.
Dueño de la renovadora de calzado “El Hospitalito”, ubicada en Tres Cruces, don Renato platica a Poblanerías en línea, que desde que salieron los zapatos económicos las personas casi no acuden con los zapateros y cuando llegan a ir se les “hace caro” lo que cobran.
Antes había mucho trabajo, pero ahora ha bajado por los mismo de que han salido muchos zapatos desechables muy baratos de $80 y $100 pesos, a veces se rompen y nos traen esos trabajos para coserlos, pero quieren que les cobre uno $10 pesos, yo cobro mi trabajo, yo no tengo maquinaria para coser, yo lo hago a pura mano”.
De albañil a zapatero
Don Renato cuenta que llegó a ser zapatero gracias a un señor que conoció cuando trabajaba de albañil y le enseñó el oficio.
Asegura que nunca imaginó que terminaría trabajando y viviendo de eso; sin embargo, al escasearse el trabajo como albañil, decidió comprar un pedazo de cuero y cinta para poner tapas a las zapatillas. Compró una bicicleta a la que le adaptó una reja y así, tocando de puerta en puerta, inició con su oficio.
Posteriormente abrió un negocio para atender a todos sus clientes, pero hace falta trabajo pues “apenas sale para la renta”.
Hace falta mucho trabajo, apenas sale para la renta, y para gastos de uno, si me cae una chambita de albañilería voy y la hago para ganar otro poco, a veces salgo a buscar los trabajos y así vamos remediando la vida, sí hay trabajo pero depende de nosotros como lo aprovechemos”
Que me caigan 10 o 20 pesos es bueno, por lo menos ya me alcanzó para un kilo de tortilla para el día de hoy, ya mañana Dios dirá”.
Un trabajo artesanal
Para don Renato, ser zapatero es un trabajo artesanal, pues requiere de mucha paciencia y práctica, además de que al no contar con maquinaria, todos sus trabajos los hace “a mano”.
Ser zapatero es algo artesanal, porque todos los trabajos que hago acá es hecho a mano, no utilizo ninguna máquina porque no me alcanza y además no me gusta cómo queda, la máquina a veces sella bien los zapatos pero otras no y yo prefiero ir lento pero hacerlo bien”.
Le da tristeza que a veces su trabajo no sea valorado y la gente que lleva sus zapatos a arreglar ya no regrese por ellos; esto también representa una pérdida para ellos.
Nosotros perdemos cuando la gente no viene a recoger los zapatos, porque invertimos en el material y a veces la gente nunca viene a recogerlos, a veces se entiende porque la gente no tiene dinero”.
En cuanto a cómo ha logrado mantener su negocio, asegura que la clave ha sido saber atender y comprender lo que necesita el cliente.
Hay que saber tratar al cliente, porque si uno no lo sabe tratar ahí empiezan detallitos y no vuelven a regresar, también se necesita saber trabajar, yo no me considero un buen zapatero pero le hago la lucha”.
Hasta el momento, don Renato se ve trabajando como zapatero durante varios años más, pero asegura que si le llega otra “chambita” mejor, dejaría un rato el oficio.
Pese a los inconvenientes que actualmente representa este oficio, se considera ser un “hombre millonario”.
Aun así yo te puedo decir que tengo millones, ¿cuáles son los millones?, la salud, pensar y la experiencia que he ganado trabajando de zapatero”
Lo más bonito de esto es que la gente se vaya satisfecha y que te anime y te diga “échale ganas”, porque te levantan el ánimo, a mí me conoce mucha gente por mi chamba”.
POB/LFJ