La ausencia de un marco jurídico que proteja los derechos de autor de las artesanías tradicionales, facilita la piratería, lo que afecta a las comunidades indígenas que dependen económicamente de la elaboración de estos productos.
Así lo señalaron los diputados Francisco Martínez Neri, Cristina Gaytán Hernández y Natalia Karina Barón Ortiz, quienes promueven una iniciativa de reforma a las leyes Federal de Derechos de Autor y de la Propiedad Industrial, y al Código Penal Federal
Ello para evitar que personas o corporaciones ajenas a la comunidad o etnia originaria lucren con la producción artesanal y registren como propias obras literarias o artísticas desarrolladas y perpetuadas por los grupos originarios.
Los legisladores comentaron que los productores de las tradicionales guitarras de Paracho, y otros artículos de madera de Michoacán, se han enfrentado a una competencia desigual que imita sus diseños, los industrializa y oferta a precios muy bajos, lo cual, ha afectado sus ventas.
Por ello promueven una iniciativa de reforma a las citadas leyes, en las que, afirmaron, es necesario reconocer el lugar que los pueblos indígenas tienen en la configuración de la identidad nacional, con el propósito de fomentar sus actividades artesanales.
Detallaron que junto a China, Japón, India y Perú, México se encuentra en los primeros lugares como productor artesanal en 17 ramas, como textiles, alfarería, cartonería, arte huichol, cestería, cerámica, vidrio, arte en concha, hueso, cuerno y caracol, entre otras disciplinas, que son muy apreciadas en todo el mundo.
Acotaron que “este grupo poblacional elabora productos que en un principio no han sido pensados para el mercado, sino para su uso cotidiano en rituales, en el trabajo o para actividades de esparcimiento.
Son elementos insertos en su cultura, cuyos motivos iconográficos expresan una cosmogonía producto de su historia y relación con la naturaleza”.
En este sentido, expusieron que no se pude decir que exista una propiedad individual de los diseños artesanales y sus técnicas de elaboración, los cuales son aprendidos y reelaborados de generación en generación; es, por tanto, “una propiedad colectiva de los pueblos y comunidades que los elaboran”.
“La realidad actual de los artesanos y las artesanías, presenta una complejidad que deber ser regulada: la protección en contra de la copia e imitación de diseños por parte de la industria extranjera, los escasos estímulos para la producción y comercialización artesanal”, concluyeron.
POB/FOL