“La muerte de Emiliano Zapata no es la muerte de la rebelión”

El 10 de abril de 1919 Emiliano Zapata fue asesinado en la Hacienda de Chinameca en Morelos, tras caer en una trampa que le puso el Coronel Jesús Guajardo, subordinado del General Pablo González, ya que el coronel ofreció el apoyo de su Ejército a las fuerzas zapatistas, Emiliano lo dudó, sin embargo, aceptó reunirse con él y fue en esos momentos cuando lo emboscaron y mataron.

Emiliano Zapata es un ícono revolucionario en todo el mundo, ya que los ideales por los que él  luchaba acabaron con su vida y con la de muchos civiles que peleaban  por la justicia, la tierra y la libertad.

El llamado “Caudillo del Sur”, en un inicio luchó junto al Ejército de Francisco Madero, sin embargo, cuando se dio cuenta de que las tierras no se repartían a los campesinos, se apartó de las fuerzas maderistas y se enfrentó a Venustiano Carranza y Victoriano Huerta.

Una de sus aportaciones más importantes se encuentra en el Plan de Ayala, promulgado el 28 de noviembre de 1911 en Ayoxuxtla, Puebla, en el que desconoció el gobierno de Francisco I. Madero, entonces presidente de México y lo acusó de traicionar las causas campesinas.

Zapata participó en diferentes movimientos sociales y políticos. En 1906 estuvo en un movimiento para defender las tierras de los campesinos, en 1909 fue elegido presidente de la junta de la defensa de las tierras de su pueblo natal Anenecuilco, así hasta incorporarse a la Revolución Mexicana en 1910.

El 11 de abril de 1919 la prensa se dedicó a imprimir todos sus encabezados conforme a este suceso, entre los que se encuentran: “Emiliano Zapata fue muerto en combate”, por el diario El Demócrata; “Murió Emiliano Zapata: el zapatismo ha muerto”, por el Excélsior; “La muerte de Emiliano Zapata no es la muerte de la rebelión”, por el periódico Omega, entre otros más.

 

 

POB/LFJ