Ana Teresa Aranda ha endilgado sendos apodos Jacinto Herrera Serrallonga y a Dalhel Lara Gómez, Consejero Presidente y Secretaria Ejecutiva del Instituto Electoral del Estado de Puebla: “Jumento Herrera” y su “Espadachina”.
Desde el punto de vista de Aranda, son merecedores de tales calificativos porque es responsabilidad de ellos no haberle otorgado la calidad de candidata al gobierno de Puebla. Los acusa de falsificar y manipular las firmas que supuestamente, desde el punto de vista de ella, sí coinciden con la credencial de elector exhibida, en contrasentido del dictamen del IEE.
Está descontenta y en desacuerdo; arguye razones políticas y una campaña en su contra.
Cada vez que que habla de Jacinto Herrera, dice, piensa en un burro. Para Ana Teresa, el Consejero Presidente y la Secretaria Ejecutiva del IEE son “unos don nadie, que nacieron en la mierda y no les interesa pasar a la historia como gente decente”.
¡Ah cabrón!
Puedo entender que haya deficiencias en el trabajo realizado por estos dos funcionarios electorales; que su trabajo no nos guste o que no estemos de acuerdo con sus decisiones. Comprendo que su veredictos, aún con respaldo documental, son políticos; caso contrario no ejercerían las funciones correspondientes a su cargo.
Pero que una aspirante a dirigir a Puebla y los poblanos se refiera a dos ciudadanos como burro, espadachina, nacidos en la mierda y de personas no decentes es, un exceso.
Es insulto, agravio denuesto; evidencia carencia de recursos del lenguaje; denota desesperación y actitud de derrota. Frustración ante el incumplimiento de caprichos y berrinches.
Ser mal hablado es una cosa; vulgar y grosero otra.
Ya perdió.
@luisenriquesf
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