El Movimiento Lésbico Gay Bisexual Transexual Transgénero Travesti e Intersexual (LGBTTTI) se articula para combatir la discriminación. Las personas que pertenecen a una minoría sexual son, en mayor o menor medida, discriminadas tanto a un nivel personal como institucional.

Sería un error afirmar que el movimiento es uniforme. Aún cuando la discriminación es común entre todas las minorías sexuales, hay poblaciones más afectadas. De ahí que cada grupo del LGBTTTI tenga diferentes necesidades. No es igual la situación de los hombres gay que la de las mujeres trans.

En entrevista con Poblanerías en línea, Brahim Zamora, colaborador del Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos (Odesyr), explica que hay intereses distintos al interior del movimiento:

Hay que acudir a la historia. Son movimientos independientes, pero que se aglutinan bajo una forma de discriminación que podemos llamar el ‘sistema heteronormativo’. 
Es decir, una conceptualización de las relaciones de género donde solo es posible concebir la sexualidad con fines reproductivos y como una condición heterosexual.”, dijo Zamora.

Las lesbianas feministas

Desde los años setenta, cuando las minorías sexuales en México comenzaban a organizarse, han existido colectivos con formaciones divergentes.

El Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) era un grupo radical que menospreciaba a las mujeres. El Grupo Lambda de Liberación Homosexual sí tomaba en cuenta las preocupaciones lésbicas, pero tenía lazos fuertes con el Partido Revolucionario de los Trabajadores.

LGBTTTI Alma Laura del CastilloMuchas mujeres, por lo tanto, se han separado de los ideales LGBTTTI y han configurado células lésbico-feministas. Alma Laura del Castillo, activista e integrante del grupo “Mujeres Lesbiviendo”, habla sobre la doble condición de discriminación a la que se enfrentan las mujeres homosexuales:

El movimiento lésbico-feminista pide que se garanticen los derechos a todas las mujeres. Se pide que no haya violencia obstétrica, que se despenalice el aborto y que haya campañas específicas para mujeres lesbianas sobre cáncer de mama y cáncer cervicouterino.
A diferencia del movimiento LGBTTTI, que algunos grupos no se suman a las demandas de las mujeres, nosotras sí nos sumamos. Aquí no nada más te atraviesa la orientación sexual, te atraviesa el género. No importa cómo luzcas o si te ves muy machorra… Una mujer por ser mujer la van a matar, no importa si es lesbiana o heterosexual”, comentó la activista.

Alma Laura está convencida de que las mujeres tienen un camino largo por delante. A veces, como ella lo percibe, las mujeres quedan opacadas en la búsqueda de las libertades sexuales.

Ella se da cuenta que se contabilizan los crímenes por homofobia, pero no se profundiza y no se sabe cuántos crímenes se cometen por lesbofobia. 

La activista también hace alusión a las fricciones con los hombres gay:

Las lesbianas estamos luchando por la visibilidad, cosa que los hombres gay ya lograron. Están los grupos de choque que se meten a la marcha lésbica.
Se les pide de manera tranquila [a los hombres] que se pasen para atrás y es algo que no quieren atender. Sí ha habido ahí separaciones entre las mujeres gay y las lesbianas. Nosotras tenemos una visión mucho más política y de derechos humanos”, comentó Ana Laura.

La comunidad transexual

Ese es un punto de acuerdo: todos tienen derecho a una vida digna, libre de violencia y represión. En este sentido, las mujeres transexuales son las que están más lejos de alcanzar la igualdad.

En México, de acuerdo con datos del Odesyr, son el grupo con mayor incidencia de VIH / SIDA.

Las trans —hombres de nacimiento que se identifican con las mujeres y se someten a tratamientos para cambiar su apariencia— no pueden asumir plenamente su identidad.

LGBTTTI Onán VásquezSus documentos, desde el acta de nacimiento hasta el pasaporte, las señalan como hombres.

El no contar con documentos apropiados hace que les sea imposible acceder a un empleo bien remunerado o a los servicios de educación y salud.

Onán Vásquez, representante de la asociación Vida Plena Puebla, comenta sobre la marginalidad de la comunidad trans:

La de las mujeres trans es una lucha muy grande, por la sobrevivencia. […] La gran mayoría fueron expulsadas muy pequeñas de su seno familiar.
Se enfrentan a una serie de dificultades a las que no se enfrenta un niño común y corriente. Desgraciadamente, el promedio de vida de una mujer trans en México es de 35 a 40 años. No viven más”, comentó Onán.

La situación ha orillado al gobierno de la Ciudad de México a facilitar el cambio de identidad en los documentos oficiales. En la capital, por el código civil, una persona trans puede obtener un acta de nacimiento renovada sin necesidad de ir a juicio. La legislación de los estados todavía es prohibitiva.

Esta reticencia a favorecer a las minorías sexuales ha llevado a Alma Laura del Castillo a tener una postura firme:

Los derechos humanos no se someten a votación. No es algo que la ciudadanía te pueda otorgar. Es algo que se tiene que garantizar”. 

POB/LFJ