Me parece que sería una pérdida de tiempo elaborarle en este espacio un ranking para evaluar quién ha sido el peor Presidente de México, al menos en la época reciente.

Lo que estamos atestiguando con la actuación errática de nuestro actual Presidente Enrique Peña Nieto, rebasa la lógica y la congruencia que parece atentar contra la inteligencia de millones de mexicanos.

El desgaste de la figura presidencial no solo devastó el nombre y marca personal de nuestro mandatario, sino que podríamos decir responde en mucho, al poco tacto e imagen que su pareja la ex actriz Angélica Rivera se empeñó en acrecentar desde que inicio el actual sexenio.

La caída libre en la imagen y aceptación hacia el mandato de Enrique Peña no únicamente responde a su desempeño político, en mucho es una consecuencia de todo su entorno personal, donde la palabra corrupción difícilmente lo ha podido librar de los cuestionamientos que diversos sectores de la sociedad plantean ante el estallido de escándalos donde su esposa es una de las principales protagonistas.

Ante los últimos acontecimientos donde nuevamente se exhiben esas “tentaciones” de la familia presidencial por entrar a los conflictos de interés con sus “posibles contratistas” a quienes misteriosamente les aceptan casas, departamentos y quizá mucho más de lo que aún no nos enteramos, la indignación hacia la figura presidencial se ha intensificado de manera importante.

Hablar en estos casos de un manejo de crisis para la familia presidencial es prácticamente decirles claramente que ellos son el epicentro de cualquier crisis y que por lo tanto, han hilado cada uno de sus desaciertos provocando una caída que difícilmente se revertirá en lo que resta del actual sexenio gubernamental.

Lo peor de todo es que aquella disculpa que ofreciera Enrique Peña por el escándalo de su Casa Blanca perdió todo mínimo efecto, pues la credibilidad nunca se la concedimos.

Cuando un mandatario vive en una constante negación de su realidad, indudablemente no sabe cómo enfrentar sus responsabilidades.

El Presidente vive evadiendo los temas que más golpean a su gobierno. Su sistema de comunicación y vocería son francamente deficientes ante el manejo y control de crisis que pareciera le gusta acrecentar en lugar de controlar los daños.

Como si no bastaran las evidencias que salen a la luz cada vez que se hace una denuncia de los excesos de la esposa del mandatario, la vida de lujos de los hijos e hijastras de la pareja presidencial, se reproduce sin empacho alguno en las revistas rosas mexicanas que dan todo detalle de viajes, autos, ropa, romances y todo lo que francamente resulta insultante ante la situación que enfrentamos en un país severamente golpeado por los desaciertos de un Presidente que ha dado muestra de poco liderazgo político.

No se necesita tener una bola de cristal para visualizar que el partido del Presidente –el PRI– saldrá de Los Pinos por la puerta trasera, como resultado de todo lo que hoy estamos viendo y lo que aún falta por develar.

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POB/LFJ