El psicólogo sueco K. Anders Ericsson ha dedicado su vida a estudiar el fenómeno de las habilidades extraordinarias. En los años noventa, fue él quien propuso que para llegar a la cumbre musical, se necesitan por lo menos de diez años de entrenamiento constante. Con una serie de cálculos, los diez años se transforman en un total de 10 mil horas dedicadas a una actividad.
Después, en el 2008, Malcolm Gladwell, periodista y divulgador de la ciencia, popularizó esta regla de las 10 mil horas en su libro “Fueras de serie: Por qué unas personas tienen éxito y otras no”. Ahí, reproduce esta sentencia: Alcanzar la maestría en un arte es una cuestión de práctica y de disciplina.
Daniela Liebman, quien nació en Guadalajara el 14 de junio del 2002, sabe que el talento es como el barro de una escultura, la materia prima a la que hay que darle forma. A sus catorce años, ella ya es reconocida como una intérprete virtuosa de música clásica.

Foto: Agencia Enfoque
En una entrevista realizada el jueves 5 de noviembre del 2015, Liebman comentó lo siguiente:
Si tienes talento y no trabajas, no sirve de nada. Si trabajas y no tienes talento, sí vas a llegar a más, vas a hacer más, pero tampoco vas a poder llegar a lo que podría llegar una persona con talento y que trabaje muchísimo”.
La tapatía, primero con el maestro Anatoly Zatin en Colima y luego con Tamás Ungár en Texas, ha tocado el piano cuatro horas diarias –por lo menos– desde que tenía siete años de edad. El inicio formal de su carrera como concertista puede trazarse al 2009, fecha en la que ganó el Concurso Nacional de Piano Parnassos en Monterrey.
A este logro siguieron otras actuaciones destacadas en competencias internacionales. Luego, en el 2012, el nombre de Daniela Liebman se posicionó en los círculos de melómanos. Fue seleccionada para participar en un concierto de Lang Lang –pianista chino– en Berlín, como un homenaje por su cumpleaños número treinta.
Junto a Lang Lang y otros 49 niños, ella siguió un programa en el que figuraba “Tonight” de Leonard Bernstein y la “Danza húngara n.º 5” de Brahms. Con el pianista volvió a trabajar en noviembre del 2013, cuando obtuvo uno de los doce lugares para tomar clases impartidas por él en Múnich.
Igualmente, el 27 de octubre del 2013, Liebman debutó en el Carnegie Hall de Nueva York, recinto que es considerado un “hito histórico nacional” en Estados Unidos. Eligió tocar, en la Gran Manzana, el “Concierto para piano n.º 2” del ruso Dmitri Shostakóvich.
Unos meses más tarde, en febrero del 2014, la pianista se presentó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Ella quería repetir la fórmula neoyorkina con la interpretación de Shostakóvich, pero por las restricciones del programa, terminó por deleitar a los asistentes con el “Concierto para piano y orquesta n.º 8 en do mayor”, compuesto por Mozart en 1776.
Curiosamente, en la parte alta de su lista de compositores favoritos, Liebman coloca a Frédéric Chopin, a Serguéi Rajmáninov y a Franz Liszt. De Chopin, la mexicana tocó su “Concierto para piano n.º 2” en el Teatro Colón de Bogotá. Así, el pasado jueves 3 de noviembre, debutó en Colombia sobre el más célebre de sus escenarios.
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