Silvia Torres Castilleja, afiliada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es una astrónoma de prestigio internacional. En el 2011, tras una ceremonia celebrada en París, recibió el Premio L’Oréal UNESCO a las mujeres en la ciencia.
Al reconocimiento dotado de 100 mil euros siguió el Hans A. Bethe otorgado por la Sociedad Estadounidense de Física.
En entrevista con Poblanerías en línea, la astrónoma habló sobre su infancia, su preparación académica y su pasión por el cielo y las estrellas. A la vez, se le preguntó por sus maestros más entrañables y su trabajo al frente de la Unión Astronómica Internacional (UAI) –organismo que preside para el periodo 2015-2018–. Este es el perfil de una mexicana destacada.
¿Quiénes eran sus padres, cree que de ahí viene su vocación por la ciencia?
No, nada que ver. Mi padre fue médico, mi madre fue maestra normalista. En realidad, no me lanzaron a nada científico, nada especial, yo fui llegando por mis propios intereses. Me gustaban mucho las matemáticas, me gustaban mucho los problemas, todo esto me parecía muy interesante y divertido.
[…] En la preparatoria me enteré que existía la carrera de física, lo cual me llamó mucho la atención y ya en la facultad de ciencias, me enteré que había la oportunidad de aplicar la física para el estudio de la astronomía.
Cuando empezó a estudiar física todavía no pensaba en dedicarse a la astronomía…

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No iba hacia la astronomía. No fui astrónoma aficionada y no estaba particularmente atenta a los astros.
Fue hasta que entré a una clase de astrofísica que me di cuenta que ahí podía aplicar mis conocimientos, limitados y todo lo que quieras, pero sí como que le veía dónde aplicarlos y eso me emocionó muchísimo.
¿Recuerda quién era el profesor de esa clase?
Era el doctor Arcadio Poveda y además, en el Instituto de Astronomía, que se llamaba Observatorio Astronómico Nacional, el director era el maestro Guillermo Haro, quien fue muy generoso y me invitó, junto a otros colegas, a que participáramos en el instituto.
¿Cómo era Guillermo Haro?
Mira, él nunca dio clase, pero le gustaba mucho que la gente fuera dinámica, trabajadora, cumplida, interesante. Era muy exigente, pero de alguna manera eso nos hacía sentir vivos, vibrantes, nos emocionaba la astronomía.
¿Cómo da el paso para estudiar astronomía en California?
Bueno, esa fue obra de Guillermo Haro porque pensaba que teníamos que tomar otras ideas y bañarnos de otros pensamientos, otros puntos de vista. Él estaba muy preocupado de que los jóvenes necesitaban salir al extranjero y promovió que hubiera becas.
Estaba mi esposo Manuel Peimbert, que todavía no nos casábamos. Pensamos que, para salir, queríamos casarnos y entonces sí, ya salimos al mismo lugar que fue la Universidad de California en Berkeley.
Es la época de Vietnam, ¿con qué se encuentra en California?
A nosotros nos tocó ver el cambio. Nos tocó antes de que hubiera protestas, cómo se gestaron y las protestas mismas. Entonces, fue muy emocionante, nosotros siempre muy curiosos y también muy cuidadosos de no participar porque sabíamos que estábamos de huéspedes.
¿Algún maestro en especial que recuerde?
Tengo varios. Mi director de tesis, el doctor Louis Henyey, muy generoso, aunque no logramos hacer amistad porque él era muy serio, pero tiene toda mi admiración. Desgraciadamente, falleció al poco tiempo como en 70 o 71 [Henyey murió el 18 de febrero de 1970].
También el maestro George Wallerstein: Era una persona joven que compartía su actividad con los estudiantes, entonces de él aprendimos muchas cosas.
¿Cómo es que se interesa por el tema de las nebulosas planetarias?

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Yo trabajé en interiores de las estrellas haciendo modelos computacionales y ese fue mi mayor interés cuando estuve en Berkeley, pero mi esposo Manuel estaba trabajando en las nebulosas y él me ayudaba en mi trabajo y yo le ayudaba en el suyo.
Cuando regresamos a México, me di cuenta de que era imposible continuar con mi línea de trabajo con los recursos que tenía y entonces ya cambié de giro completamente.
¿Qué es una nebulosa planetaria?
Las nebulosas planetarias son gases que ha arrojado una estrella al terminar su combustión. Se le acaba el combustible a una estrella como el Sol –el Sol está a la mitad del camino–; tiene todavía bastante, pero cuando se le acabe el combustible, seguramente se hinchará y perderá parte de materia y esa parte de materia son gases con un poquito de polvo.
Estos gases que se desprenden, ¿son para formar nuevas estrellas?
Se quedan ahí, danzando, volando y van a formar nuevas estrellas.
¿Qué es materia bariónica?
[La materia bariónica es] todo lo que somos nosotros, todo lo que tocamos y lo que hay en el espacio. Tú me preguntaste sobre las nebulosas planetarias, pero también hay otros gases alrededor de estrellas calientes que se llaman regiones H II, donde estrellas muy jóvenes, recién formadas, todavía no disipan el gas que las rodea.
De ahí hemos tratado de derivar cuál sería la composición química de las primeras estrellas. No las tenemos a la vista, no las conocemos, pero podemos hacer estudios pensando hacia atrás para tratar de determinar la proporción de hidrógeno y helio que tenía esa primera nube de gas.
¿Buscó la presidencia de la UAI? ¿Cuál es su prioridad de aquí al 2018 que termine su periodo?
Yo no busqué nada, me propusieron, me invitaron y dije que sí. Era difícil decir que no.
Hay mil asuntitos. Entre otras cosas, una asamblea general cada tres años. Cada año hay una serie de simposios, o sea, conferencias específicas que auspicia la Unión y pues si se pueden apoyar nueve y hay treinta propuestas, hay que decidir cuáles serán esas nueve. En fin, son muchas actividades administrativas para que lleve buena marcha.

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Si tuviera que rescatar un nombre para dárselo a una estrella, ¿cuál rescataría?
El de Díaz Covarrubias, ingeniero que llevó la expedición a Japón en 1874 para observar el tránsito de Venus. Eso me interesaría mucho, que se quedaran los nombres de astrónomos mexicanos que nos han antecedido y que no quisiera que se perdiera su recuerdo.
Como científica, ¿cree que se ha enfrentado a más dificultades por la condición de género?
Como mujer sí hay dificultades adicionales, que no han sido demasiadas en mi caso. Tengo que hacer lo mismo con las mismas oportunidades y eso lo he peleado y pues creo que lo he alcanzado.
¿Qué falta para impulsar la educación científica en México?
Nos falta entusiasmar a los jóvenes a que no le tengan miedo a las matemáticas. Las matemáticas son una herramienta poderosísima para muchas disciplinas y resulta que los desaniman desde la primaria. Entonces, si ya van desanimados, es muy difícil que triunfen en las ingenierías, la física, la química, etcétera.
Por otro lado, también necesitamos que vayan más niños a la escuela, que tengan mejor educación y a las niñas que no le tengan miedo a los estudios, a tener una carrera de desarrollo personal porque las familias no impulsan eso en las mujeres. No estoy diciendo en términos absolutos, pero en nuestro país sí hay una diferencia de cómo se educa a los niños y a las niñas y tenemos que corregir eso.
Alguna actividad astronómica que se aproxime…
El 3 de diciembre es la Noche de las Estrellas y yo creo que es una actividad interesante y divertida para los jóvenes. En Puebla estoy segura que la universidad va a hacer algo.
POB/LFJ