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Recientemente en Puebla, se ha estado viviendo una ola de violencia de género, por lo que muchas personas han reaccionado a favor de la mujer para proteger su integridad y derechos.

Sin embargo, existe otro tipo de violencia que aún no es reconocida con la importancia debida, la violencia contra los hombres.

Son múltiples las organizaciones a nivel local, nacional e internacional, las que se encargan de apoyar a las mujeres a salir de esa vida de tortura y a luchar para que estos crímenes se detengan. Pero los hombres, “el sexo fuerte”, los que “no lloran” se encuentran verdaderamente indefensos ante las amenazas de cualquier tipo de violencia.

Es cierto, que el número de hombres violentados no se compara con el número de mujeres, pero si existe un pequeño sector de la sociedad que no se atreve a delatar a su agresora por miedo al ridículo y al que dirán.

La violencia contra el hombre no es considerada violencia de género, simplemente se cataloga como violencia doméstica, es decir, su importancia y sus castigos son menores antes la ley.

Además, no existen las suficientes regulaciones legales para atender estos casos, lo que aleja a los hombres violentados de buscar ayuda con un abogado.


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Un hombre puede ser agredido física y verbalmente, dañando su autoestima, provocando estrés y problemas de salud. Todo esto, como consecuencia de ser el hombre “que no puede” con sus responsabilidades, el que “hace todo mal”. La persona que violenta, muchas veces recurre a los chantajes y a distorsionar la realidad con tal de salirse con la suya, provocando que el agredido se sienta inseguro.

Hablando específicamente de la violencia física, muchas de las mujeres que agreden, se aprovechan de su condición de ser el “sexo débil”, ya que a ellas no se les puede tocar.

No importa cual sea el tipo de violencia, ni cual sea el género del agredido, este tipo de conductas se castigan y se debe recurrir siempre a cualquier tipo de ayuda: legal, psicológica y emocional.

POB/FOL

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