Después de la semana negra que ha vivido el país, emergen algunos claro oscuros entre tanto enojo e indignación. La sociedad civil se hizo presente a través de las movilizaciones que se realizaron en diferentes puntos de México, destacando Puebla, por su nutrida participación.

La voz unánime fue contundente al solicitar la renuncia del Presidente Enrique Peña Nieto.

Hay que reconocer la participación y respuesta de cientos de poblanos, sin embargo, hace falta romper la apatía de esa otra parte integrada por los ciudadanos que no son activistas, simpatizantes de la izquierda, intelectuales, periodistas, aspirantes a una candidatura independiente, miembros de alguna organización gremial, etc.

Y es que hay que decirlo, en la marcha contra el gasolinazo realizada el pasado sábado, vimos muchas caras, pero son las que siempre vemos en movilizaciones sociales.

Ex candidatos, periodistas, activistas, izquierdistas, los mismos que conocemos hasta el cansancio.

¿Qué hace falta para verdaderamente movilizar a una sociedad? ¿Para despertarla? ¿Para empujarla a reaccionar?.

Comparto la propuesta que se viene gestando desde este fin de semana, donde a nivel nacional se insiste sobre la necesidad de afianzar alianzas ciudadanas. Y dejo en claro que no comparto la propuesta de Andrés Manuel López Obrador quien propone un pacto entre todos los partidos y actores políticos.

Más allá de involucrar políticos, etiquetas y aspirantes a la presidencia, México está en un buen momento para movilizarse como sociedad a través de aquellos que muy difícilmente vemos en las calles, templetes, cantando el himno nacional para después regresar a casa y nuevamente permanecer inmóviles.

Los empresarios, los trabajadores, estudiantes, campesinos, familias son una fuerza invaluable para empujar cambios y gestar las transformaciones sociales en un país que está severamente lastimado por el poder político, la corrupción y la falta de credibilidad en los gobernantes.

Como sociedad aprendamos a eliminar la apatía y sumemos opinión, protesta, participación, todo de manera pacífica pero con acciones que lleven a reflejar la presión que pueden ejercer los ciudadanos si se unen.

El país vive momentos de un caos y falsas protestas violentas que ponen al descubierto la estrategia de un gobierno federal desgastado y hundido en su prepotencia e ineficiencia.

Alentemos desde nuestro rol social una aportación personal para hacer cambios imprescindibles.

El hartazgo nos ha rebasado, junto con ese sentimiento indignación ante las acciones de un gobierno ineficiente y con franca torpeza a la hora de gobernar.

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POB/LFJ