Que no cunda el pánico, o como dijera mi profesor de filosofía en la prepa: “Que no panda el cúnico”. Javier López Zavala ha sido el motivo de las columnas y comentarios políticos del fin de semana. Tuvo un encuentro sí, con Andrés Manuel López Obrador en Jilotepec, Veracruz.

Javier López Zavala, ante las criticas y asonada mediática en redes sociales, argumenta que fue invitado, que él no fue a buscar, motu propio, a Andrés Manuel. Rodrigo Abdala, el autodenominado dueño de Morena en Puebla dice que no, que es una mentira, que el político poblano no fue invitado y que solito se presentó a tener un “encuentro casual” con AMLO.

Su actitud personal y particular es solo muestra de un fenómeno que ocurre. Que se le pueden poner diferentes nombres para ejemplificar un fenómeno recurrente. Que tiene explicaciones estructurales.

Certezas:

Morena se ha convertido en el bocatto di cardenale para quienes han convertido a la política en su modus vivendi. Empresarios, intelectuales, encuestadores, analistas, políticos, personajes que de alguna manera pertenecen y actúan dentro de uno de los pisos de la pirámide del poder, ahora, a diferencia del 2012 y el 2006, pronostican un triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del 2018.

La política y sus protagonistas, han agotado, ya no convencen y el sistema en el cual actúan ha fenecido. No se ha renovado. No son creíbles ni confiables. Buscan otras oportunidades. Y una de esas la ofrece Morena. En la crisis de partidos y política, intentan abordar un nuevo barco con propuestas diferentes en un nuevo nicho de mercado.


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Acuerdos en las cúpulas partidistas, no garantizan el empleo y la continuación de los proyectos personales de personajes como José Juan Espinosa, Alejandro Armenta, Javier López Zavala, José Alarcón, Enrique Doger, que buscan la cobertura legal, institucional, estructural, para continuar en el ejercicio de una actividad política que les viene bien, por decir lo menos.

Morena tiene un líder que ha renegado del poder establecido y de sus códigos de actuación desde hace ya cerca de 20 años. Él, AMLO, tiene fortalezas y puede convencer a quienes menciono en el primer punto. Tiene una base social amplia, grande, la que ha sido víctima durante décadas de los latrocinios de la élite del poder. La punta y la base de la pirámide, para seguir con el mismo parangón, las tiene cubiertas. Pero, no tiene estructura.

Hay más, pero me voy en esta ocasión con la última y ya con esta me despido: Morena no tiene estructura; convence y está a la alza en el largo plazo: ya ganó. En el mediano plazo AMLO actúa y recorre el País hartas veces. Lo conoce como pocos. Pero, en el corto plazo, en el día de la elección debe incorporar, desafortunadamente, a quienes le brindan la estructura para operar y hacer respetar el voto y evitar los ratones locos u operaciones carrusel.     

Una vez más, “para que la cuña apriete…

Es cuánto.

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